Cocer el marisco o en este caso cocer el centollo es una operación que debe hacerse con mucho cuidado si queremos disfrutar de todo el sabor de este delicioso alimento que nos regala el mar. Un buen ejemplo de la importancia de la cocción para obtener un plato redondo es el centollo.
El centollo tiene un caparazón de forma triangular en su parte delantera y redondo por detrás y tiene cinco pares de patas, largas y duras, que en opinión de muchos son su parte más sabrosa.
- Lo primero que debemos hacer es preparar una cazuela con agua y sal y dejarla al fuego hasta que rompa a hervir. Unos 5 litros por centollo y 70 gramos de sal por litro. Hay quien añade también unas hojitas de laurel para darle un punto de sabor adicional.
- Cuando el agua está en plena ebullición se sumerge el centollo. Cuando el agua vuelve a hervir hay que dejarlo cociendo unos quince minutos, si bien el tiempo puede variar dependiendo del tamaño del animal.
Importante: si vamos a cocer un centollo vivo la operación es diferente. En este caso debemos introducirlo en la cazuela con el agua fría y dejar que se vaya calentando lentamente ¡y vigilando bien que el crustáceo no se escape! Después, contaremos los quince minutos de rigor a partir del momento en el que el agua empiece a hervir.
Lo malo de cocer el centollo vivo, además de que puede resultar desagradable para algunas personas, es que, si el agua no está bien fría, existe el riesgo de que se desprenda alguna de las patas y el agua penetre en el interior del cuerpo, lo cual afectará al sabor.
Una vez cocido, el centollo debe ser consumido inmediatamente para poder disfrutar de todo su sabor y de la textura de su carne blanca, en especial la parte más jugosa de las patas.