Revista Psicología

Como cuando pasas de ser una hermosa planta, a ser una simple maceta

Por J.k. Pérez

En seguimiento a la entrada anterior “Es costumbre o es amor” , esta vez hablaremos de cuando en la relación de pareja la ausencia de amor es cada vez más notable… y además, se presenta la costumbre

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¿En qué momento dejamos de amar desenfrenadamente? ¿Qué pasa cuando su presencia y ausencia es la misma cosa? ¿Por qué soy cada día más indiferente con mi pareja? ¿Por qué a veces ni siquiera me tomo la molestia de pensar en él / ella? ¿Qué es lo que me mantiene a su lado? ¿Cuándo dejé de amar? ¿Estoy con mi pareja por costumbre? ¿Cómo saber si sólo es costumbre y no es amor?

No es una, son infinidad de preguntas las que podemos hacernos en este tipo de casos. La realidad es que pasar del amor a la costumbre no se planea, no es algo premeditado: simplemente dejamos que pase sin darnos cuenta. Dejamos que pase porque conforme la relación “pide” evolucionar, es probable que nosotros no queramos hacerlo…

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Propongo el siguiente ejemplo para ayudar a comprender un poco de este proceso. Supongamos que compramos una planta nueva. De momento nos emocionamos y queremos comprarle una linda maceta, regarla conforme su naturaleza lo pida, ser periódicos con el “abono”, ponerla al sol, tenerla al aire libre, cuidarla de los fuertes vientos y la lluvia; en fin. CUIDAR del nuevo ser vivo que ha llegado a nuestras manos.

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Conforme pasa el tiempo, nos resulta aburrido e incluso tedioso tener que cuidar taaaaaaanto de esa planta. No siempre tenemos el tiempo y además de todo,  el interés en hacerlo. Al principio cuidabas mucho a esa planta, pero al paso del tiempo dejas de prestarle atención a esos pequeños detalles (dejamos de ser “niño con juguete nuevo”), hasta que te das cuenta que la maceta está rota,  la has olvidado tantas veces bajo la lluvia que ya carece de flores y de hojas, y además de todo, parece que ya se está secando.

Sí, ya no es muy atractiva; de hecho, hasta parece que se secó por completo… pero, la verdad que tiene un lugar en el espacio (ya sea tu sala, tu recámara o tu oficina) y quitarla haría que ese “espacio” se viera vacío, porque además logra cubrir esa mancha que tienes en la pared o en la mesa. De manera que ya no la mantienes por ser una planta, sino porque ha pasado a ser una simple maceta que tiene una nueva utilidad en tu vida.

Te funciona muy bien así como está. Sí, la planta está seca, pero la maceta te sirve. Quitarla significaría que tendrías que arreglar ese desperfecto que oculta, y, ¿para qué? ¡Si ya tienes uno! Te has acostumbrado a su presencia, a su aspecto, a que tienes que colocarla en determinada posición para que cumpla su función. Conoces sus defectos y también sus múltiples usos. ¡Qué mejor!

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Algo así pasa en las relaciones. Al principio esa persona es única y especial, la cuidamos, la mimamos y le demostramos nuestro amor; sin embargo, al paso del tiempo las cosas van cambiando y la relación se va deteriorando, y comenzamos a ver, e incluso a “utilizar” a esa PERSONA como un OBJETO. Ya no está ahí por amor, sino por otras cuestiones que nos brindan comodidad… comenzamos a sacar la utilidad de su presencia.

¿Por qué nos mantenemos unidos por la costumbre? Porque es más sencillo estar con alguien que ya conocemos (y que ya nos conoce) a atrevernos a conocer (y permitir que nos conozcan) a alguien nuevo. La cuestión de la comodidad es lo que más influye en este caso. ¿Para qué complicarnos en una nueva relación, donde no sé cómo va a actuar ante ciertas circunstancias? ¿Por qué desgastarme en generar acuerdos con una nueva persona? ¡Es mucho más cómodo estar y vivir con alguien que ya conozco! Por algo dicen, “más vale malo por conocido, que bueno por conocer”

Lamentablemente es una de las premisas bajo las cuales nos desenvolvemos como sociedad… y es lo que muchas veces nos obstaculiza a querer conocer o intentar cosas nuevas. La costumbre es un lazo que es muy difícil de romper, y sobre todo, de continuar después de haberlo roto. No es imposible, pero sí implica mucho esfuerzo y dedicación de nuestra parte.

Cada uno de nosotros sabe si ha dejado de amar a alguien, si está dejando de amar a su pareja, o si lo que siente por él / ella simplemente se resume en cariño y agradecimiento, dejando de ser amor. Los invito a hacer un análisis de su vida en pareja, y si se encuentran en esta circunstancia tomen cartas en el asunto y ACTUEN. Sean honestos consigo mismos y tomen una decisión. Si el amor pesa más que la costumbre, y quieren dejar las cosas como están, es probable que su presencia en la vida de pareja no sea más que la de un objeto que sólo cambia su utilidad dependiendo de la circunstancia.

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