Hace dos semanas el tema del día en todos los blogs era… “mis objetivos para el año nuevo”. He evitado el tema al publicar mi lista de los sueños y mi reto de enero. O quizás he decidido compartir tan solo un objetivo con vosotros, el de no comer azúcar ni carbohidratos refinados durante el mes de enero.
Los objetivos son para perdedores. Para el éxito necesitas un sistema*.
O dicho de otra forma: si te fías únicamente de la fuerza de voluntad, mi bola de cristal me dice que tienes un 95% de probabilidad de fracasar. Porque por más que quieras hacer un cambio, a la hora de la verdad la rutina y tu creatividad (para justificarte, claro está) serán más fuertes que tu. Es parte de la naturaleza humana.
Así que necesitas organizar tu entorno de forma que este favorezca tus intenciones de cambiar.
- ¿Quieres escribir 100 cartas en 100 días? – Ten siempre postales y sellos a mano.
- ¿Quieres cambiar el café matutino por algo más saludable? – Invierte en 500g de té de muy alta calidad (lo beberás porque jamás en la vida querrás desperdiciar algo tan valioso).
- ¿Quieres hacer más deporte? – Ponte de acuerdo con una amiga para que no puedas fallarle.
Mi sistema para el reto de enero: sin azúcar ni carbohidratos refinados.
Para cumplir este mes sin azúcar ni carbohidratos refinados (nada de bollería o pan, nada de arroz blanco ni pasta fresca) he diseñado un plan de ataque bastante fácil.
Todo lo que me pueda “tentar” está fuera de mi alcance inmediato.
Lo primero que he hecho el día dos fue guardar todas las chocolatinas y los ingredientes “peligrosos” en la estantería más alta de la cocina. Requeriría una escalada para llegar a los dulces que han sobrado de navidad: una barrera artificial que impedirá que vaya zampando chocolate sin darme cuenta.
Las alternativas a la tentación son fácilmente alcanzables
La pasta fresca y los bocadillos rápidos suelen ser una solución para el hambre repentino y voraz. Esas situaciones cuándo te das cuenta que necesitas comer algo, ¡ya! Mi sistema para evitar los atracones a la nevera: no compro los ingredientes “prohibidos” y además tengo fruta, verdura, nueces y legumbres ya preparados para poder picar mientras preparo algo de verdad.
Las compras se hacen a base de una lista. Y sin hambre.
Todos lo sabemos: los productos en los supermercados tienen una capacidad asombrosa de subirse a tu carro de la compra sin que te des cuenta. Viendo lo que hay, de repente todo es importante. Aquí solo hay un remedio: una lista de la compra y una regla adicional. Todo lo que no esté en la lista lo puedes poner una lista nueva para cuando vayas nuevamente al super o al mercado. O sea, te lo puedes llevar si vas a casa y vuelves para adquirilo. Ya verás que de repente las galletitas con naranja ya no eran tan importantes como para justificar un segundo viaje.
¿Y si quiero cenar con amigos?
Lo tengo asumido que los momentos más difíciles serán las cenas fuera de casa. O quizás no tanto. Siendo casi vegana ya estoy acostumbrada a leerme las cartas con mucha atención y hacer sugerencias a los camareros para que cambien uno u otro ingrediente. Y como mi pareja también está siguiendo su propio reto, no seré la única rara. Ante la duda invitaremos a nuestros amigos para que vengan a comer a nuestra casa, estilo VALimenta.
¿Cuál es tu reto de enero? ¿Cómo te puedes facilitar conseguir tus retos?
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*Frase de Ramit Sethi.
Imagen: gonzalvo / flickr