Revista Cocina

Cómo deshacerse de los recursos redundantes aplicando el minimalismo

Por Robertosancheze

Si es tu primera visita, me gustaría darte la bienvenida que te mereces.

(Como cada lunes, me gustaría aportar mi granito de arena para que el primer día de la semana sea un gran día para ti. Por eso comparto este capítulo revisado y actualizado de “Una vida sencilla”. ¡Feliz lunes!)

 

 

A propósito del título, por curiosidad, busco la palabra redundancia en el diccionario.

Definición: Repetición inútil de un concepto.

Sinónimos: Repetición, exceso, insistencia, demasía, reiteración, superfluidad.

Con sólo leer estas dos líneas tengo suficiente para darme cuenta de que lo redundante no tiene cabida en una vida sencilla.

El intento de simplificar mi vida pasa por la eliminación de recursos redundantes. ¿Qué es un recurso redundante? Cualquier objeto o posesión que repita una función inútilmente. Es decir, algo que ya tengo como mínimo dos veces y que no necesito tener dos veces. ¿Cómo los elimino? Utilizando la herramienta anti-estrés más eficiente: el minimalismo.

Por poner un ejemplo de redundancia y no-redundancia: 

1. Redundancia: unas tijeras de cocina. Un utensilio que utilizo prácticamente todos los días. Son grandes, pesadas y siempre están colocadas en la ranura correspondiente del tacoma de cuchillos. ¿Necesito dos tijeras de cocina? Yo no. Por lo tanto, tengo sólo unas –tenía otras que doné hace un par de semanas con otro montón de cubiertos. Sí, alguien podría decir: “Quizás las usaste, están sucias, y no te iría mal tener otras”. Bueno… Prefiero lavarlas cada vez que las uso, colocarlas en su sitio y tenerlas preparadas para el próximo uso.

2. No-redundancia: los calzoncillos. Creo que está claro por qué no es redundante tener 5 ó 6 calzoncillos –no entraremos en detalle de los motivos. Venga, pongamos 7, uno para cada día de la semana. Tal vez tener más sí que lo es. El caso es que yo tenía muchos más, aunque no en las mejores condiciones. No me da vergüenza decirlo, nos pasa a todos, tanto a hombres como a mujeres –lo sé, no digas que no, a ti también. Todo cambió el día que me hice la siguiente pregunta –te aconsejo que te la hagas–: ¿por qué no tiras de una vez todo lo que está dado de sí, descolorido y viejo? Qué manía tenemos con almacenar a montones… ¡¡Incluso los calzoncillos y calcetines!! El cajón parece otro desde ese día.

¿Por qué eliminar los recursos redundantes? La redundancia representa la repetición inútil, el exceso y la superfluidad. Y mi vida sencilla es práctica, minimalista y esencial. ¿Necesito más motivos? Llevaré a cabo la eliminación de redundancia siguiendo los cinco pasos del método minimalista:

1. Detección: localizaré y agruparé los objetos según su función.

2. Conteo: calcularé cuántos objetos tengo en un mismo grupo, cumpliendo una misma función, redundantes, repetidos.

3. Valoración: evaluaré cuántos de ellos necesito realmente (tijeras de cocina: 1, calzoncillos: 7, etc.).

4. Eliminación: todos los objetos que no pasan el filtro los vendo, los regalo, los dono, los reciclo o los tiro.

5. Reorganización: todos los objetos que pasan el filtro vuelven a su sitio –porque todos tienen su sitio.

Algunas otras redundancias sobre las que he trabajado:

  • Tengo decenas de CD’s de música guardados en cajas. Algunos los tengo repetidos en mi disco duro. Mejor los guardo todos en el disco duro –aprovechando para eliminar y no almacenar lo que nunca volveré a escuchar. Después ya veré lo que hago con ellos –venta de segunda mano, regalo, reciclaje… Además, siempre me quedan iTunes y Spotify.
  • Lo mismo para los DVD’s.
  • Las enciclopedias y diccionarios. ¿Alguien busca algo en los diccionarios de papel? Sinceramente, no. Siempre usamos Internet. Las enciclopedias y diccionarios ya los doné.
  • Tengo dos reproductores de mp3 guardados, a parte de dos iPods -nano y touch-, y un equipo de música. Creo que con el iPod touch tendré suficiente.
  • Tengo dos teléfonos –fijo y móvil. Sería interesante darme de baja de la línea fija y quitarme un trasto de en medio.
  • El televisor… ya no vemos la TV. Además, para ver alguna película tengo el ordenador. Y si me interesa algo de la TV –que alguna cosa interesante hay, aunque muy pocas–Internet me ofrece la TV a la carta. Puedo ver cualquier programa en el momento que quiera, y sin anuncios. (Nota: hoy ya hace tres años que vivimos sin tele)
  • Ropa y zapatos… sin comentarios.
  • Juegos de sábanas, toallas, platos, vasos, tazas, sartenes, cazos, cubiertos,… Se me acumula la faena.
  • …/…

Creo que será un buen método para simplificar mi vida.

Gracias a la eliminación de los recursos redundantes ahorraré y ganaré.

Ahorraré espacio –el que ocupaban los recursos–, tiempo –en tareas de orden y limpieza–, dinero  –antes de comprar me preguntaré ¿es redundante?–, estrés –porque antes no tenía espacio, tiempo, dinero,…

Y ganaré luz, limpieza, paz visual, simplicidad, eficiencia –aprovecharé los recursos que tengo al 100%–, dinero –con la venta de segunda mano–, respeto por la naturaleza –con el reciclaje–, ayuda a los demás –con las donaciones. Creo que el balance es muy positivo, ¿no?

 


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