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Uno de los grandes momentos del embarazo llega cuando decides el nombre de tu bebé. Hay quienes lo tienen pensado de antes y al saber el positivo del test no tienen dudas. Y hay quienes dan mil y una vueltas para decidir cómo llamarán a su futuro hijo.
Yo fui una de las que dio unas cuantas vueltas. En mi primer embarazo quise decidirlo todo muy rápido, había sido un bebé tan buscado que tenía prisa porque llegara al final y aunque buscamos y debatimos mucho, dimos con su nombre enseguida. Supimos que sería el correcto porque cuando lo pronuncié nos miramos y sonreímos. No nos pasó con ninguno más. Por desgracia aquel chiquitín nos dejó demasiado pronto y su nombre quedó flotando.
Llegó la segunda oportunidad, y debido al miedo el tema del nombre fue algo que pospuse. Fue como un mecanismo de defensa, ahora me doy cuenta. Sino le daba identidad y se iba quizá no sufriría tanto. Locuras de una madre en duelo. Pero el tiempo pasaba, mi embarazo avanzaba y el peligro se iba alejando. Comencé a pensar en el nombre de ese bebé fuerte que luchaba y se empeñaba en ser lo más importante de mi vida. Y sólo podía ver aquel nombre, ese que elegí para mi primera maternidad, para ese bebé que se fue. Me lo quitaba de la cabeza, pero volvía. Pensaba otros nombres pero sentía que no era el mío, no era el de mi bebé. Y al final me rendí a la evidencia, ese nombre era el suyo y con algo de angustia lo hice público.
Su nombre significa luz, luminoso, el que resplandece y sin duda no podía llevar otro. Me decidí primero porque sería mi forma de rendir un pequeño homenaje a mi niño que se fue antes de tiempo. Y con el paso de los años me he dado cuenta que no podía llevar otro nombre porque efectivamente resplandece. No me he arrepentido ni un sólo día de esta decisión, del nombre elegido, me gusta incluso más ahora que antes. Será porque busco su significado cuando veo a mi hijo. Será porque casa perfectamente con él.
Si estás eligiendo un nombre para tu bebé no te guíes por cómo suena, por cómo queda con sus apellidos (que eso se hace mucho también), fíjate en lo que sientas cuando lo pronuncias. Esa será la clave para elegir el nombre perfecto. Una vez escuché a una anciana que el nombre no lo eligen los padres sino el bebé que está por llegar. Quien sabe si será verdad. Por si acaso tú cierra los ojos y siente, quizá ese pequeño guisantito que crece en tu interior te esté dando pistas ;)
Y tú, ¿cómo elegiste el nombre de tu bebé?