Revista Coaching
Este último año he terminado dos formaciones realmente costosas en términos de esfuerzo, tiempo y dinero, es decir, para mí, en todos los sentidos.
Me han supuesto pasar mi cumpleaños en Londres sola, sin poder hacer nada ya que llegaba en tren desde Bristol a las 11 de la noche, o sea con tiempo de cenar, eso sí en el Hotel, no en una cafetería de la estación, que para eso era mi cumpleaños. Me han supuesto también viajar a Estados Unidos y a Inglaterra con el meñique de un pie fracturado, y dolorido, y como cada vez que no tenía dolor olvidaba que tenía la fractura y caminaba sin cuidado (haciéndome daño) decidí no tomar ni hacer nada para bajar el dolor, que era lo único que prevenía que no me hiciera más daño. Bendito dolor, pero limitaba mis movimientos bastante. Ponerme enferma (con fiebre) en Nueva York, dos días antes de un examen importante y de tener que hacer la presentación de mi trabajo de investigación; ésta, la presentación la hice con dolor de cabeza y congestión y la sensación de que no me acordaba de nada, pero lo hice lo mejor que pude, aunque no fue tan fluida como me hubiera gustado, pero dadas las circunstancias hice un excelente trabajo (sí, se me olvidó alguna palabra, y dudé un par de veces, pero en español también me habría pasado). También me perdí el cumpleaños de una hermana que no vive en Canarias y el del primer año de mi sobrino.
Suponían muchos viajes, que, desde Las Palmas constituían un reto adicional, ya que con escalas, etc. tardaba un día entero en llegar a los destinos en Inglaterra y Estados Unidos, lo que significa menos tiempo de trabajo y muchos menos ingresos con un coste importante. Tan importante que en los dos últimos años mis ingresos han igualado a mis gastos, y aún me quedan algunos por pagar el año que viene. Es decir, en los dos últimos años no he “ganado” nada. Cero. Y he trabajado mucho.
Sin embargo considero que las circunstancias que lo han hecho más difícil son las que me hacen valorar aún más lo que he hecho y que me sienta más satisfecha. Después de salir de un examen habiendo estado enferma, con jet lag (nunca suelo tener jet lag, pero supongo que el estar enferma hizo que sí lo tuviera) y que te parezca difícil, pero una americana te diga que le ha parecido dificilísimo y eso que es su lengua materna, te sientes mejor aún. De hecho conseguí una de las mejores notas, gracias a mi sistema de estudio, no porque le hubiera dedicado mucho tiempo, porque no lo tuve, al tener que comprimir trabajo antes y después de los viajes.
Y es que cuanto más difícil es un reto, más satisfechos nos sentimos cuando lo conseguimos. Y ha sido una experiencia extraordinariamente enriquecedora.
A pesar de eso, nada me produce tanta satisfacción como haber ayudado a muchas personas a cambiar sus vidas y a vivirlas mejor, a soltar el dolor (y hay mucho más del que parece, siempre me admira la capacidad de las personas para, después de haber sufrido uno o varios traumas, sobreponerse y que ni siquiera se vea a simple vista el dolor que todavía está ahí) y a empezar a vivir las vidas que quieren vivir en un ejercicio de superación personal admirable.
Este es el tipo de cosas que no nos solemos parar a valorar durante el año, pero que es uno de los ejercicios más efectivos y que más fuerza tienen en las sesiones que realizo.
Da igual el nivel de éxito o el nivel en el escalafón corporativo que tengan mis clientes.
Consiguen algo y es como que lo tachan de la lista sin pararse a usar esa información para pasar al siguiente punto. Y por eso pasan por alto los éxitos que han tenido, y no tienen la sensación ni la conciencia de haber conseguido cosas durante el año, ni de tener éxito, aunque los que les rodean sí consideren que lo tienen. Sólo el hecho de haber seguido buscando trabajo, quien no lo tiene, es un logro y un éxito, porque supone un gran esfuerzo, emocional y físico.
Este es uno de los mejores ejercicios de coaching y de autoayuda, para incrementar la autoestima y fomentar tu deseo de superación. Se trata de tejer las redes que te ayuden a conseguir tus metas, lo que produce un apoyo inestimable en cualquier momento.Así que haz tu lista de Logros del 2013. No pares hasta que tengas 50 cosas. Te parecerá al principio (suele pasar) que no tienes 50, pero si añades las veces que has ayudado a alguien, las veces que has terminado algo, aunque sea un libro, las veces en que no te has rendido a pesar de las dificultades, etc., seguro que tienes más de 50.
Cuando no se te ocurra nada más vuelve a leer la lista desde el principio, seguro que te recuerda algo que no has anotado.
Después guárdala, para que en los momentos en que pienses que no has hecho nada valioso, o que no has logrado nada en el último año la releas.
Y ya que estamos comparte con todos nosotros, como yo lo he hecho, al menos dos de tus logros este año. Gracias por hacer la lista, y gracias por compartirla.