El siguiente texto es de Recuerdos de Pandora, a cuento del parón aéreo por el l volcán subterráneo del glaciar Eyjafjallajkull, en Islandia.
Se dice que no hay alternativas al avión en determinados trayectos de larga distancia. Esto puede ser cierto a día de hoy, pero lo que también es cierto esas alternativas existieron y desaparecieron a causa de los aviones.
De mediados del siglo XIX hasta la década de los 60, millones de personas cruzaban los océanos en barcos de pasajeros y cientos de transatlánticos fueron construidos para el efecto. La gran cantidad de estos barcos de pasajeros eran pequeños y lentos, pero las grandes líneas que atravesaban el Atlántico norte viajando de Europa a Norteamérica y viceversa, fueron navíos rápidos con una capacidad de pasajeros mucho mayor que la de los aviones comunes. Los barcos motorizados creados tras la revolución industrial supusieron una espectacular mejora en velocidad y fiabilidad.
Antes de la revolución industrial un barco necesitaba entre uno y dos meses para cruzar el Atlántico, pero ya los primeros barcos de vapor consiguieron hacer el mismo viaje en tan sólo 15 días. Estos modelos, además de velocidad, trajeron grandes mejoras en la predicción de tiempos, pudiendo establecer de este modo servicios regulares. I: Transatlántico SS United States Tanto la velocidad como la capacidad de pasajeros fueron aumentando durante los siguientes cien años. Un ejemplo podría ser el SS United States, un barco que estuvo en servicio entre 1952 y 1969 y que ostenta el record del transatlántico más rápido jamás construido. Este navío era capaz de cruzar el Atlántico de un lado a otro a una velocidad de 54 Km/h, tardando únicamente 3 días y medio, lo que suponía un tiempo entre 10 y 20 veces inferior al de los navíos previos a la revolución industrial.
A diferencia de los actuales barcos-crucero, los transatlánticos durante sus 100 años de esplendor eran construidos y mejorados con el fin de ser los más rápidos. Varios países estuvieron en una constante carrera para ver quién era el que poseía el barco de pasajeros más rápido. Los transatlánticos llevaron a lo largo de toda su existencia miles de inmigrantes europeos a Estados Unidos, Canadá y Australia. Incluso se puede decir que causaron un modesto boom turístico en los dorados años 20.
Pero todo esto vio un final abrupto cuando aparecieron los vuelos de pasajeros baratos y escandalosamente más rápidos. II: Avión Douglas DC-3 Douglas DC-3 fue un avión de hélices causante de la primera revolución en los transportes aéreos de pasajeros a comienzos de los años 30. Sólo su velocidad de 240Km/h y su medio alcance de únicamente 1.650Km evitaron que supusiera ninguna amenaza a los navíos transatlánticos.
Para solventar este problema, incluso se llegaron a proyectar a comienzos de los años treinta la instalación de aeropuertos flotantes en el atlántico que facilitasen el tránsito de los aviones de un lado a otro, idea que se descartó debido a la evidente y rápida mejora de los aviones en cuanto a velocidad y distancia. Fue la llegada de los primeros aviones a propulsión a finales de los años 50 lo que hizo que los transatlánticos perdieran su razón de ser. E
stos aviones aumentaron sustancialmente su distancia de alcance, así como la velocidad, consiguiendo disminuir el tiempo en trazar el trayecto Londres – Nueva York hasta las 8 horas, 10 veces menos de lo que tardaba el rápido SS United States. La mayor parte de los transatlánticos fueron retirados de las líneas oceánicas a lo largo de la década de los 60. Algunos se continuaron utilizando como ferris en trayectos de corta distancia, y los más afortunados fueron reconvertidos a barcos-crucero, siendo esta esta la única alternativa a los aviones para cruzar los océanos que se ha llegado a nuestros días.
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Se dice que no hay alternativas al avión en determinados trayectos de larga distancia. Esto puede ser cierto a día de hoy, pero lo que también es cierto esas alternativas existieron y desaparecieron a causa de los aviones.
De mediados del siglo XIX hasta la década de los 60, millones de personas cruzaban los océanos en barcos de pasajeros y cientos de transatlánticos fueron construidos para el efecto. La gran cantidad de estos barcos de pasajeros eran pequeños y lentos, pero las grandes líneas que atravesaban el Atlántico norte viajando de Europa a Norteamérica y viceversa, fueron navíos rápidos con una capacidad de pasajeros mucho mayor que la de los aviones comunes.
Los barcos motorizados creados tras la revolución industrial supusieron una espectacular mejora en velocidad y fiabilidad. Antes de la revolución industrial un barco necesitaba entre uno y dos meses para cruzar el Atlántico, pero ya los primeros barcos de vapor consiguieron hacer el mismo viaje en tan sólo 15 días. Estos modelos, además de velocidad, trajeron grandes mejoras en la predicción de tiempos, pudiendo establecer de este modo servicios regulares.
I: Transatlántico SS United States
Tanto la velocidad como la capacidad de pasajeros fueron aumentando durante los siguientes cien años. Un ejemplo podría ser el SS United States, un barco que estuvo en servicio entre 1952 y 1969 y que ostenta el record del transatlántico más rápido jamás construido. Este navío era capaz de cruzar el Atlántico de un lado a otro a una velocidad de 54 Km/h, tardando únicamente 3 días y medio, lo que suponía un tiempo entre 10 y 20 veces inferior al de los navíos previos a la revolución industrial.
A diferencia de los actuales barcos-crucero, los transatlánticos durante sus 100 años de esplendor eran construidos y mejorados con el fin de ser los más rápidos. Varios países estuvieron en una constante carrera para ver quién era el que poseía el barco de pasajeros más rápido.
Los transatlánticos llevaron a lo largo de toda su existencia miles de inmigrantes europeos a Estados Unidos, Canadá y Australia. Incluso se puede decir que causaron un modesto boom turístico en los dorados años 20. Pero todo esto vio un final abrupto cuando aparecieron los vuelos de pasajeros baratos y escandalosamente más rápidos.
II: Avión Douglas DC-3
Douglas DC-3 fue un avión de hélices causante de la primera revolución en los transportes aéreos de pasajeros a comienzos de los años 30. Sólo su velocidad de 240Km/h y su medio alcance de únicamente 1.650Km evitaron que supusiera ninguna amenaza a los navíos transatlánticos. Para solventar este problema, incluso se llegaron a proyectar a comienzos de los años treinta la instalación de aeropuertos flotantes en el atlántico que facilitasen el tránsito de los aviones de un lado a otro, idea que se descartó debido a la evidente y rápida mejora de los aviones en cuanto a velocidad y distancia.
Fue la llegada de los primeros aviones a propulsión a finales de los años 50 lo que hizo que los transatlánticos perdieran su razón de ser. Estos aviones aumentaron sustancialmente su distancia de alcance, así como la velocidad, consiguiendo disminuir el tiempo en trazar el trayecto Londres – Nueva York hasta las 8 horas, 10 veces menos de lo que tardaba el rápido SS United States.
La mayor parte de los transatlánticos fueron retirados de las líneas oceánicas a lo largo de la década de los 60. Algunos se continuaron utilizando como ferris en trayectos de corta distancia, y los más afortunados fueron reconvertidos a barcos-crucero, siendo esta esta la única alternativa a los aviones para cruzar los océanos que se ha llegado a nuestros días.