Revista Ciencia

¿Cómo es el día a día en un centro de rescate de primates? Conociendo la Fundació MONA (II)

Por Laurapalau

Hoy hablamos con…

Dietmar Cralsheim

Sin título

Biólogo y con un máster en Primatología, Didi es el head-keeper de la Fundació Mona.

Compartimos con él casi tres horas de charla, risas y mucha primatología, en las que nos enseñó la cara más cotidiana de la gestión de un centro de rescate de primates.

¿Cómo y cuándo llegaste a Mona?

Pues llegué como estudiante en 2007, para hacer el proyecto final de mi licenciatura. Fue un periodo extraño, porque a excepción de Miquel Llorente, que estaba haciendo su doctorado, era el único estudiante que había y me pasé meses observando a los primates… ¡Pero fue una experiencia fantástica!

En 2010 empecé a trabajar con un contrato fijo, y aquí sigo.

¿Y cómo es un día en el centro?

Pues aquí el día empieza a las 9 de la mañana y se acaba, supuestamente, a las 18:30 o 19:30, según la época del año. Digo “supuestamente” porque siempre hay mucha faena y fácilmente se nos puede hacer bastante más tarde.

Trabajando hay siempre entre 4 y 5 voluntarios, que se encargan de limpiar los recintos, de preparar las dietas y, sobre todo, preparar el enriquecimiento, entre otras muchas tareas. Siempre vamos un poco al contrario que los chimpancés: cuando ellos están fuera, nosotros acondicionamos los interiores; y viceversa.

Tenéis normas estrictas en lo que al contacto con los animales se refiere. ¿Nos lo explicas?

¡Claro! Aquí, como en prácticamente todos los centros de este tipo, el contacto físico con los primates está estrictamente prohibido. Únicamente los responsables pueden hacerlo, y siempre bajo la premisa de que se trate de animales con heridas o alguna enfermedad que requiera un tratamiento.

También procuramos limitar la interacción visual, aunque esto obviamente es muy difícil: en Mona apostamos por minimizar la necesidad del chimpancé por tener contacto con los humanos. Hay que tener en cuenta que muchos están muy, muy humanizados porque han sido utilizados durante años para espectáculos, como reclamo turístico o, directamente, han vivido en hogares con personas.

Lo que pretendemos aquí es que el comportamiento de los animales sea lo más natural posible, siempre teniendo en cuenta sus traumas y la historia individual de cada uno.

En MONA se busca un comportamiento lo más natural posible. © Fundació MONA

En MONA se busca una conducta lo más natural posible. © Fundació MONA

Es bastante lógico, teniendo en cuenta la fuerza que tiene un chimpancé en comparación con una persona. ¿La gente no es consciente?

(Suspiro). Nos llama gente para preguntar si pueden venir al centro a hacerse fotos con los chimpancés, o si podrán tocarlos. ¡Incluso alguna vez nos han preguntado dónde podrían comprar uno! Así que no… La gente no es consciente de lo que supone tener un animal de este tipo en casa, ¡pero tampoco lo es con los macacos!

¿Y por qué macacos y chimpancés? ¿No se encuentran otros primates en este tipo de situaciones?

Básicamente, porque es lo que más hay en España, con diferencia. Alguna vez nos hemos planteado hacer un recinto más pequeño para otras especies, pero después de valorarlo hemos llegado a la conclusión de que la calidad de vida que podríamos ofrecer a un único lémur no sería óptima y, por tanto, lo derivamos hacia otros centros.

¿Qué hacéis cuando se dan estos casos y la gente os pregunta ese tipo de cosas?

Pues les invitamos a venir al centro, para que vean las instalaciones y podamos explicarles qué hacemos y por qué lo hacemos. La concienciación es un tema muy importante y creemos que así entenderán mejor por qué está mal querer tener un primate como mascota.

Hacéis actividades de sensibilización, entonces.

Sí, nuestro objetivo es concienciar a la gente para que dejen de darse este tipo de situaciones poco a poco. Solemos hacer muchas actividades para niños, para que desde bien pequeños entiendan estos problemas y tomen conciencia frente a ellos.

Volviendo a la gestión del centro, ¿cómo organizáis el tema de las comidas?

Los chimpancés comen cuatro veces al día. Por las mañanas les servimos zumos naturales con pan duro, que les sirve como cepillo de dientes, y a mediodía les damos algún “extra” que les guste mucho: cereales, nueces… Además, a lo largo del día tienen comida escondida para que se entretengan a buscarla: es una buena forma de enriquecimiento y de evitar que se aburran. La cena es una comida individual que les damos ya en las instalaciones interiores.

En el caso de los macacos hay que tener cuidado, a veces hay peleas entre ellos por un mal manejo. Los voluntarios lanzan la comida por encima de la reja y la reparten a lo largo de todo el perímetro, sin pararse en ningún punto: así, los macacos pueden respetar su jerarquía propia y no se provocan conflictos en el grupo.

Un aspecto que nos llama mucho la atención es cómo conseguís que los chimpancés quieran volver a entrar en sus habitaciones. ¿No prefieren quedarse fuera, en libertad? ¿Qué hacéis para lograrlo?

Aunque durante el día sí que les gusta estar fuera, la verdad es que este no suele ser un problema: a ellos, en realidad, les gusta mucho estar dentro, especialmente por la noche, porque están muy acostumbrados. Muchos vienen de hogares en los que convivían con humanos, o vivían en jaulas muy pequeñas; así que se sienten más cómodos en espacios reducidos. Aun así, siempre hay casos en los que alguno no quiere entrar, claro. Entonces intentamos convencerles con comida que les gusta mucho.

De todas maneras, la rutina y unos horarios establecidos son muy útiles: por ejemplo, ellos saben que cuando cae la tarde y los cuidadores se acercan es que llega la hora de cenar. El que lo ve suele dar la “señal de aviso” y todo el mundo se apresura a ir hacia las habitaciones. ¡Nadie quiere ser el último en cenar!

¿Qué os parece el trabajo que Didi y sus compañeros llevan a cabo en MONA? ¡Próximamente, os contaremos cómo se gestionan los rescates y qué tipo de investigaciones y proyectos se llevan a cabo allí!


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