Porque África no es un sólo país sino más de medio centenar, porque no todos los africanos dependen de la mano generosa de Occidente, porque no todos pasan hambre y porque no todo sale mal. Este es un post de autocrítica. Quienes tratamos de escribir algo sobre África más de una vez caemos en convencionalismos y clichés que nos alejan de la realidad del continente. No es fácil evitarlo cuando, en general, el contexto en el que África aparece en los medios es el de la pobreza, la catástrofe o la violación de derechos humanos. Pero ahí están los que de verdad saben para decirnos cómo hay que escribir sobre su tierra.
A través del blog de la periodista Lola Huete Machado, que a su vez enlazaba al blog del misionero y “todoterreno” Chema Caballero, hemos encontrado un texto del escritor keniata Binyavanga Wainaina, autor del libro How to write about Africa? (¿Cómo escribir sobre África?), en el que lanza unos cuantos consejos a quienes escriben sobre su continente.
Portada del libro de Binyavanga Wainaina.
1. En tu texto trata a África como si fuera un solo país […] No te enredes con detalles y descripciones precisas. África es grande: 54 países y 900 millones de personas que están demasiado ocupadas pasando hambre, muriendo, guerreando y emigrando para leer tu libro.
2. Nunca pongas la imagen de un africano de clase media en la portada de tu libro, ni dentro, a no ser que haya ganado un premio Nobel. Un AK-47, costillas prominentes, pechos desnudos: utiliza éstas.
3. Temas tabú: escenas ordinarias de la vida cotidiana, amor entre africanos (a no ser que esté relacionada con la muerte), referencias a escritores africanos o intelectuales, la mención de niños que van al colegio y que no sufren virus, ni Ébola, ni mutilación genital femenina.
4. Entre los personajes no puede faltar la africana hambrienta, que vaga por el campo de refugiados prácticamente desnuda y espera la benevolencia de Occidente. Sus hijos tienen moscas alrededor de los ojos y tripas hinchadas. Sus pechos están planos y vacíos. Debe aparecer como una mujer completamente indefensa. No debe tener ni pasado ni historia; estas pequeñas diversiones arruinan el dramatismo del momento. Los gemidos y las quejas son buenos.
5. Asegúrate de que muestras cómo los africanos tienen la música y el ritmo profundamente arraigados en sus almas y comen cosas que ningún otro humano come. No menciones el arroz, la ternera o el trigo; el cerebro de mono es el preferido en la cocina africana, junto a la cabra, la serpiente, los gusanos, las larvas y todo tipo de carne de caza. En tu texto, muestra cómo fuiste capaz de comer dicha carne sin estremecerte y, por supuesto, describe cómo aprendiste a apreciarlo, porque África te importa.
6. Hablar generalizando es bueno. Evita que los personajes africanos se rían o luchen para educar a sus hijos. O mejor, simplemente evita representarlos en circunstancias mundanas. Los personajes africanos deben ser coloridos, exóticos, más grandes que la vida, pero vacíos por dentro, sin diálogo, sin conflictos o resoluciones en sus historias, sin profundidad o rarezas que confundan la causa.
7. El africano moderno es un hombre gordo que siempre roba, se niega a dar permisos de trabajo a los occidentales cualificados que de verdad se preocupan por África, es un enemigo del desarrollo y siempre utiliza su puesto gubernamental para dificultar el trabajo a los pragmáticos expatriados de buen corazón que quieren poner en marcha una ONG.
8. Recuerda: cualquier trabajo en el que la gente aparezca mugrienta y miserable será alabado como la “África real”, y eso es precisamente lo que tú quieres que ponga en la contraportada de tu libro. No sientas malestar por esto: estás intentando ayudarles para conseguir ayuda de Occidente.
Para darle un par de vueltas…