Revista Medio Ambiente

Cómo evitar el divorcio por la pasta de dientes

Por Valedeoro @valedeoro

la coladaAntes de lavar la ropa hay que darle la vuelta. De esta forma el color queda protegido y no hay riesgo de lucir el “camino del sol” en el pecho que marca donde se dobló la camiseta al ponerla a secar. La explicación tiene lógica y implantarla no debería ser muy difícil, pensaba yo.

Pero cada vez que saco la colada para colgarla tengo que darle la vuelta a todas las camisetas. Es una situación “dentífrica” que parece sacado de un manual de un abogado de divorcio.

¡Sólo te pido que cierres el tubo del maldito dentífrico!

En casa de tus padres sabes como funcionan las cosas, cuando vives sola eres tú quien pone las reglas, pero a la hora de vivir con otras personas (ya sea con la pareja o en un piso compartido) las cosas cambian. Existen hasta novelas que analizan el tema del por qué se rompen las relaciones por algo tan pequeño como un tubo de pasta de dientes abierto o los calcetines que nunca consiguen llegar a la cesta de la ropa sucia.

Mientras para él cerrar el tubo de la pasta de diente es lo más lógico del mundo, ella no le ve importancia y por lo tanto se lo olvida. Mientras para ella darle la vuelta a las camisetas antes de lavarlas es de sentido común, él no lo tiene presente al poner la lavadora y se lo olvida. ¿Será mucho pedir que cada uno cambie su comportamiento? Son cosas tan pequeñas y tan… lógicas!

Y conforme va pasando el tiempo, la situación se pone más tensa. Ya le has recordado mil veces que no se olvide cerrar el tubo, pero cada dos por tres lo encuentras abierto de nuevo. Y empiezas a pensar que lo hace apuestas. Que quiere sacarte de quicio, o peor: que no le importa lo que tu piensas. ¿Será mucho pedir que cierre el tubo este?

Cambiar hábitos o cambiar actitudes

Solo existe una salida de la situación: que la otra persona cambie sus hábitos y aprenda a usar su sentido común. El reto será hacerla entender esto. Puedes recurrir a secar la pasta de diente con una secadora mientras ella esté fuera (para que vea por qué hay que cerrarlo) o empezar a patrullar el terreno después de cada limpieza de dientes. Puedes secar toda la ropa al sol para que se pierda el color (a ver si aprende esta vez) o puedes revisar la cesta de ropa a diario para reclamar lo olvidado.

O puedes reconocer que cambiar un hábito es difícil. Que requiere una energía que tu pareja a lo mejor esté invirtiendo en este momento en algo más importante. Que el problema no es falta de sentido común sino que las prioridades en este momento no están en la pasta de dientes. De todas formas tú no puedes cambiar los hábitos de otra persona, pero sí puedes cambiar tu actitud. Vivir juntos también incluye la tolerancia hacia el otro. Aceptaré que no vas a darle la vuelta a las camisetas. Y agradezco que no me reprochas que dejo la ropa encima de la cama cuando me cambio después del trabajo. Porque por cada defecto tuyo habrá dos míos que tú has aceptado como parte de mi personalidad. Así que haré lo mismo.

Y a lo mejor mañana recuerdo cerrar el tubo de la pasta de dientes.


Imagen: malglam / flickr


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