¿Hay alguna manera de explicar a un niño pequeño la existencia de los Reyes Magos por primera vez sin que suene a una película de fantasía? Estas navidades, las terceras ya de mi hijo, -aunque las primeras en las que empieza a entender algo-, nos las hemos visto y deseado para explicar de pronto cosas tan extrañas y nuevas para él como la Navidad y sus árboles y adornos y el Olentzero y su cara de carbonero sucia. Y casi nos pilla el toro para darle a conocer, de pronto, a tres Reyes Magos montados en camello que vienen desde lejos con más regalos. El pobre nos mira con una cara que es todo un poema. Si asimila todo esto de golpe, además de la razón de ser de los belenes, el niño Jesús, la estrella y los ángeles, es porque las pilla al vuelo, seguro.
El tema de los regalos siempre es una buena entrada para dar de conocer a cualquiera, así que eso llevan ganado. De momento, sabe que son tres, que vienen en caballo (ha habido que hacer una adaptación en la historia por acercar un poco más el tema) y que tienen barba. Le hemos contado que traen aún más regalos, aunque en esta ocasión, y esto me he encargado de recalcárselo yo, también para sus padres. Pero esto le importa menos.
Viendo el poco cariño que le tiene a los tres de Oriente he comprado tres figuras de chocolate para poner en el árbol, pero después de explicarle que son para comerlos cuando se pasen por casa, el lío ha sido mayúsculo. Su amatxi, por su lado, se ha centrado en el lado religioso de estas fechas, y aunque ha conseguido que el peque bese entusiasmado al niño Jesús, creo que no ha logrado que ate todos los cabos.
Reconozco que, por falta de tiempo, no he trabajado el tema como debiera. No me ha dado tiempo a leerle un cuento ilustrado con la historia de los reyes, ni a enseñarle canciones que hablen de ellos. Nos concentramos en la del Olentzero y ya no nos llegó para todo. Con tanto temario por estudiar en diciembre, estaba claro que no llegábamos.
Y claro, entre el cumpleaños del enano, que fue hace quince días, y la llegada del carbonero (ni qué decir que no le he hablado siquiera de Papá Noel para no volverle aún más loco) ya no nos quedaban ideas de regalos, así que nos hemos encontrado el día 4 de enero sin nada comprado. Con lo organizada que soy, me ha dado mucha vergüenza tener que tirar ayer domingo de centro comercial para comprarle un detalle que dejar bajo el árbol mientras el pobre iluso dormía en la silleta. Estaba claro que con esta poca previsión tenía que pasar, y sí, se ha despertado en medio de la juguetería, pero gracias a los reflejos de su padre, que se lo ha llevado huyendo de la tienda, hemos conseguido que no se enterara de nada.
Benditos los dos años en los que aún no son conscientes de todo. Las próximas navidades prometo prepararlo todo con más calma y contribuir aún más a la magia de estas fechas. ¿Alguien más se siente abrumada al tener que explicar todo esto de golpe y porrazo sin sentirse extraña?
¡Felices Reyes!