Adoro la lluvia. Adoro como huele el campo cuando la tierra ha quedado mojada. Adoro la suave luz difusa que inunda el ambiente después de una tormenta… ¡Pero me tiene hasta el moño la falta de luz cuando quiero hacer fotografía de still life!
Acababa una servidora de hornear unos fantásticos financieros de chocolate (por cierto ¡deliciosos!), cuando antes de que mis queridos vástagos se tiraran de cabeza a ellos, dejándome sin protagonista para mi fotografía, decidí inmortalizarlos, sin tener en cuenta que fuera, además de llover a cántaros, la luz era bastante escasa. Esta es la historia jamás contada, de esta fotografía…
1.- Coloco cartulina negra con celo de doble cara sobre la pared de mi cocina (súper útil el celo de doble cara…)
2.- Cojo una bandeja del horno, le doy la vuelta, y la coloco de base sobre la mesa de mi cocina (no hago ni caso de lo cochina que está, al fin y al cabo, una buena textura nunca está de más)
3.- Coloco una bonita rejilla sobre la bandeja del horno, corto de manera irregular un papel de horno, y lo sitúo sobre la rejilla.
4.- Dispongo el primer financiero sobre el papel, le pincho una brocheta de madera en el centro, y ensarto tres financieros más, hasta formar una torrecilla. He probado a hacer la misma torre sin la brocheta, y se va todo a freír morcillas.
5.- Preparo mi cámara con el objetivo de 85 mm que mi marido me regaló para retratar seres humanos y yo insisto en utilizar para retratar bollos.
6.- Ajusto la apertura de diafragma a f2.2, lo que me permitirá una bonita profundidad de campo, y bastante luminosidad (lo cual me viene de perilla, ya que, como antes relataba, hace un día de perros y no entra ni pizca de luz). Como en mi imagen va a haber movimiento y quiero congelarlo al máximo posible, fijo una velocidad de 1/320 seg, y me doy cuenta de que tengo que ajustar mi sensibilidad ISO a 1600!!!!!! ¡Porras, no me gusta aumentar el ISO a más de 400!
7.- Llamo berreando a mi hijo mayor (aquel que tiraba pétalos de mala gana sobre un ramo de rosas) y le pido que espolvoree azúcar glas sobre los financieros con gracilidad. Una vez más, me mira como si yo estuviera loca, pero acepta porque amenazo con desheredarle y además estudia comunicación audiovisual (lo cual no tiene nada que ver con el espolvoreamiento, pero yo lo aprovecho para tenerle de esclavo con esto de la fotografía)
8.- Tiro una serie de disparos ultra-rápidos con mi Nikon D-7000 ¡Qué maravilla! y dejo a las fieras que acaben con los financieros.
Conclusión:
No temáis aumentar la sensibilidad ISO de vuestra cámara cuando sea necesario. Me gusta hacer fotografía culinaria con luz natural, y en días así, faltos de luz y de gracia, no hay nada malo en aumentar la sensibilidad lo que haga falta, que para eso está. Más tarde, en la edición, Lightroom nos ofrece la posibilidad de reducir el ruido producido por una sensibilidad tan alta. Creo recordar que nunca había llegado a 1600 ISO, pero tengo la impresión de que ni los financieros de chocolate, ni la foto, han salido nada mal.