A veces, dedicamos muchas horas para realizar un cuadro, y al final, arruinamos nuestro trabajo a la hora de fotografiarlo. La imagen resultante aparece con un fogonazo del flash, tiene zonas demasiado oscuras y otras demasiado claras, y los colores no se parecen en nada a los reales. Cuando es necesario reproducir esas obras, para un catálogo, para enviarlas digitalmente a un concurso, para mostrarlas en un blog, necesitamos o un profesional, o hacerlo nosotros mismos siguiendo unas sencillas instrucciones, no es necesario tener una cámara con prestaciones superiores. Lo ideal sería realizar la fotografía en un estudio fotográfico, o en todo caso, en un interior y situar el cuadro sobre un fondo negro. Seguidamente os muestro un dibujito en el que explico el tema de la iluminación.
La x se refiere a la longitud mayor del cuadro.
1º .- Hay que buscar el eje óptico, que es el eje ficticio que va desde el centro del cuadro a 90º.
2º.- Colocamos dos focos que sean de las mismas características y los situamos a una distancia igual a 2 ó 3 veces la distancia x. Deben formar un ángulo de 30 a 45 grados respecto al cuadro. Los dos focos producen un círculo que tendrá una iluminación uniforme.
3º.- Medimos la luz. Se puede medir con un pedazo de pantalón vaquero que tiene los tonos ni claros ni oscuros. O usamos una carta gris profesional. Mido la luz en el centro y en las esquinas, y compruebo que los valores son los mismos. Así podríamos disparar, sin necesidad de flash ni de luz natural. El tema de iluminación estaría subsanado.En una próxima entrada os hablaré de cómo conseguir que el color de la reproducción del cuadro sea lo más parecido al color del cuadro real.