Poco puedo decir sobre las torrijas que no conozcáis ya. Este dulce tradicional que hace aparición con fuerza en la época de Cuaresma y Semana Santa y con la que tanto disfrutamos. Bueno, disfrutamos si está bien hecha. Claro está. Y esto no es algo que ocurra siempre, para tristeza mía de muchos. Una torrija bien ejecutada es algo exquisito y todos podemos lograrlo si seguimos unos pocos trucos y consejos.
Cómo hacer la torrija perfecta es algo al alcance de todos. Un poco de mimo, cuidado y el respeto de los tiempos y temperaturas adecuadas es todo lo que se necesita para conseguirlo. Lo demás son unos pocos ingredientes, muy humildes, y muchas ganas de que nos salga bien. Está chupado. ¿Lo vemos juntos?
Ingredientes para 12 torrijas
750 ml de leche, 75 g de azúcar, 1 rama de canela, la peladura de una naranja, 1 barra de pan para torrijas de uno o dos días, 2 huevos, aceite en abundancia, 100 ml de agua y 100 ml de miel.
Preparación
Comenzamos con el aromatizado de la leche. Este paso es crucial, pues una torrija empapada en leche aromatizada es mucho más sabrosa y delicada que una en la que solo se ha utilizado leche endulzada. Para aromatizar la leche solo tenemos que calentarla en un cazo junto con el azúcar, la canela en rama y la peladura de naranja (que no contenga nada de la parte blanca para evitar el amargor). Antes de que arranque a hervir retiramos el cazo del fuego y dejamos enfriar sin tocar.
Una vez fría la leche, la colamos, desechamos los tropezones y la vertemos en una fuente amplia, donde habremos colocado el pan cortado en rebanadas de unos dos centímetros de grosor aproximadamente. Podemos usar otro tipo de pan que no sea pan para torrijas, pero es importante que este tenga una miga prieta para que empape mejor y absorba más cantidad de leche. También ayuda a esto que el pan esté ligeramente seco, así que mejor que sea del día anterior o, incluso, de dos días antes.
Para que el pan quede bien empapado por ambas caras, volteamos cada rebanada después de unos minutos. Dejamos que se empapen bien durante, por lo menos, una hora. Podemos dejarlas en remojo o reposo toda la noche y terminarlas al día siguiente. De esta manera nos aseguramos que están bien hidratadas.
Una vez listas las rebanadas de pan las pasamos por huevo batido, por ambas caras. Hay que manipularlas con sumo cuidado. Al estar empapadas en leche se pueden desmoronar y romper, pero con mimo evitaremos que esto ocurra.
Con mucho cuidado, depositamos las torrijas en una sartén con abundante aceite caliente y las freímos a temperatura elevada, un minuto por cada cara. Lo suficiente para que se doren por el exterior y se mantengan tiernas y cremosas en el interior. Una vez fritas, las dejamos escurrir sobre papel absorbente durante un par de minutos antes de pasarlas a una fuente y terminarlas con un baño de almíbar de miel o aguamiel.
Cómo freír correctamente las torrijas
El tipo de aceite a utilizar va en gustos, se puede usar aceite de oliva o aceite vegetal. El primero tiene más sabor que el segundo y esto se notará en el resultado final. Hay que tener en cuenta también que el aceite vegetal es más delicado y aguanta temperaturas menos elevadas. Lo adecuado es no pasarse de 180ºC en el caso del aceite de oliva y de 70ºC en el aceite vegetal.
Para que nuestras torrijas queden limpias y sin restos de huevo, puede que necesitemos cambiar el aceite para retirar las posibles "barbas" que suelte el rebozado en el aceite. Generalmente esto suele ser necesario después de freír unas 16-18 torrijas, así que si nos ceñimos a las cantidades de esta receta no tendremos que hacerlo.
Preparación del almíbar de miel o aguamiel
Este baño lo preparamos cociendo a fuego suave la misma cantidad de agua que de miel durante 10 minutos. La cantidad indicada en la lista de ingredientes es más que suficiente para regar, con un par de cucharadas, cada una de nuestras 12 torrijas.
Conservación
Pocas cosas son tan deliciosas como una buena torrija recién hecha, por ello lo ideal es consumirlas en el momento, cuando su interior es pura crema fundente. Sin embargo, resulta curioso cómo este bocado, que tan fabuloso resulta en este momento, pierde tanto con el paso de las horas.
Si no llegáramos a dar cuenta de todas las torrijas que hemos preparado, siempre podemos conservarlas en un lugar fresco que no sea la nevera, si la temperatura ambiente nos lo permite. Aunque lo mejor es calcular bien la cantidad de torrijas que hagamos para evitar que sobren.
Degustación
Las torrijas se suelen servir durante estos días como postre después de la comida, aunque nada nos impide disfrutarlas a la hora de la merienda o en el desayuno del fin de semana (cuando disponemos de tiempo para meternos en frituras). Son saciantes y en casa las servimos de dos en dos, pero estas torrijas están tan ricas que puede que os sepan a poco. Las podemos acompañar de un poco de fruta fresca y un café con leche o una taza de té. Al gusto.