El fin de semana me di una vuelta por la feria de la plaza y conseguí unos ajíes bien copados y muy baratos. Eran bastantes así que aproveché y los utilicé para empezar una salsa fermentada, claro que sí, no podía ser de otra manera.
El proceso es bastante sencillo, hay que tener en cuenta ciertas cosas y cuidados, y así podremos llegar a hacer una gran salsa para siempre tener a mano.
1 parte: Fermentación en frasco
Lo que hice fue lavar bien los ajíes, cortarlos a la mitad y meterlos en un frasco. Le agregué agua y sal (2% del peso total). Los tapé bien y dejamos que la fermentación láctica haga su trabajo por unos cuantos días, después los vamos a procesar con un poco de ajo y veremos cómo queda. Lo importante de esta parte es asegurarse que los ajíes queden completamente sumergidos, de ese modo evitamos que se nos formo moho en la superficie.
2 parte: La salsa
Lo que hice fue retirar todos los ajíes del frasco, colarlos y meterlo en la licuadora. Le agregué unos 100ml del líquido que lo contenía y los puse a licuar al máximo. Mientras hacía eso, corté unos 3 dientes de ajo y los doré en un poco de aceite. Un poco solamente, no quemados sino quedan con mucho sabor amargo, horrible.
Una vez listos, los añadí a la licuadora también, con el aceite y todo. Además agregué un chorro generoso de vinagre blanco, un poco de sal y nada más.
Quedó una salsa picante fermentada espectacular!.
Ahora que hace frío no saben no excelente que juega con unas empanadas, unas brusquetas, para acompañar carnes o lo que se les ocurra y guste.
Si les gusta lo picante, súper recomendado!
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