Sobre estas líneas podéis ver la foto de unos bebés y detrás de ellos, una forma humana tapada con los mismos tejidos utilizados para configurar el fondo. No se trata de una figura fantasmagórica, en realidad es la madre que tiene la misión de mantener a los pequeños quietos durante un periodo de 30 a 60 segundos, tiempo necesario para que las cámaras de antaño pudieran realizar la fotografía.
Ahora ya sabéis cómo hacían las fotografías a los bebés en el siglo XIX y a principios del siglo XX, gracias a este sistema denominado estrategia de la madre oculta (hidden mother) se podía mantener quieto al bebé y en la medida de lo posible que estuviera mirando a la cámara. La cercanía materna y su trabajo para inmovilizar a los pequeños era fundamental para lograr realizar una buena foto, parece ser que en aquella época no importaba mucho que tras los bebés apareciese un bulto o una forma fantasmagórica. Actualmente a nuestros ojos estos retratos podría, considerarse un poco tétricos y algo grotescos, pero ¿por qué no dejar que la madre se mostrase?
Se acaba de publicar un curioso libro titulado The Hidden Mother, en el que aparece una completa recopilación de fotografías de bebés utilizando la técnica de la madre oculta, estas fotos han sido aportadas por Linda Fregni Nagler, una documentalista que se ha dedicado a recopilar durante años los retratos de los bebés con sus “madres invisibles“. Este libro se compone de 1.002 fotografías, retratos, tarjetas de visita, tarjetas postales, etc. En todos los casos se intenta ocultar la figura de la madre o el padre (en casos excepcionales) con el escenario, evidentemente su figura se aprecia claramente pero se logra el objetivo que se buscaba entonces, que los verdaderos protagonistas de los retratos fueran los bebés.
Al tapar a la madre se puede deducir el grado de invisibilidad social que llegaban a tener las mujeres a finales del siglo XIX, se eliminaba la imagen y la identidad de la mujer, algo propio de la sociedad patriarcal, en la foto sobre estas líneas es más evidente la anulación de la identidad de la madre, realmente, aunque se viera como una foto normal, es tétrica y asusta. Al respecto y como curiosidad, os recomendamos retomar la lectura del post Disfrazar a una niña de niño para burlar al patriarcado.
Otro dato a tener en cuenta, este tipo de fotografías también se realizaban “post mortem”, la alta tasa de mortalidad infantil incrementó el número de fotografías utilizando esta técnica, se pretendía hacer un retrato póstumo dando la apariencia de que los bebés estaban vivos. Las fotografías post mortem no se consideraban morbosas o grotescas, la muerte se concebía con un aire más sentimental e incluso se llegaba a ver como un privilegio. Si queréis conocer más detalles podéis acceder a este enlace.
Os recomendamos leer el artículo publicado en Telegraph sobre este tema, y para conocer más detalles de este curioso libro de ilustraciones, podéis encontrarlos en la página de la editorial que lo ha publicado.
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Cómo hacían las fotografías a los bebés en el siglo XIX