Cómo convenzo a un bebé que acaba de cumplir un año de que tiene que ponerse un cachivache en la carita llamado gafas. Sí, es todo un reto. Y como todo reto que se precie tiene sus reglas y truquillos para ser superado. Aquí os cuento algunos, fruto de mi propia experiencia. Os hablaré de materiales para esas primeras gafas pero también de algo más importante y que sólo alguien que haya pasado lo mismo os puede contar: ponérselas y que aguante con ellas el primer día, y el segundo, y el tercero…
Para empezar, hay que seleccionar las gafas. Éstas son las cosas que hay que tener en cuenta:
1. Montura. El material de la montura tiene que ser resistente y al mismo tiempo flexible, a prueba de todos los movimientos de tu bebé. Hay que prever que va a quitárselas a menudo (sin demasiado cuidado), va a tirarlas al suelo, morderlas, jugar con ellas… Para niños un poco mayores, se pueden comprar de pasta o acetato, pero para bebés, es mejor optar por la silicona, un material muy blandito que se adapta a la carita de un bebé con mayor facilidad.
Gafas de mi Gugú
2. Lentes. Aquí no hay duda, deben ser orgánicas, un material resistente a las caídas y golpes. Aunque se ensucian con más facilidad, no se harán añicos si se caen. Y en cuanto a la suciedad que acumulan, se pueden comprar toallitas limpiadoras para gafas, fácilmente transportables.
3. La forma. El oftalmólogo os aconsejará que para un bebé o niño pequeño la forma de la gafa debe ser redonda, que cubra sufientemente el ángulo de visión de sus ojos.
4. Sujeción. Para bebés o niños muy pequeños, las gafas suelen incluir una accesorio para sujetar las patillas. En mi caso, tienen una correa también de silicona que se puede cortar y adaptar a la medida de la cabecita. Así quedan perfectamente encajadas y no se le caen. La nariz de un niño pequeño a menudo no resulta suficiente para sujetarlas.
La correa de silicona impide que las gafas se le caigan.
Y ya compradas, llega el momento de ponérselas. En este punto, el mejor consejo que os puedo dar es el siguiente: convenceros primero vosotros, como padres, de que tiene que ponérselas antes de ponérselas y empezar a convencerlo a él. Parece simple pero no lo es. Sólo si el pequeño ve en vosotros convencimiento y determinación, lo aceptará, si no luchará con todas sus fuerzas para rechazar eso tan incómodo que pretendes que lleve.
Tenéis que pensar que vosotros sois quienes tenéis el conocimiento suficiente como para saber que las gafas le son necesarias, no ellos. Esa idea tiene que guiaros cuando vuestro peque patalee, se resista, llore y tire con violencia las nuevas gafas.
Si estáis preparados, convencerlo no os costará más de un día, incluso horas. Pero es muy importante no cejar en el empeño. Si se las ponéis una hora, luego se las quitáis por espacio de tres horas y así sucesivamente siempre representará una lucha que las lleve.