Virginia Woolf fue una de las referentes del modernismo literario del siglo XX. Novelista, ensayista y cuentista británica imperdible.
Con una voz poderosa capaz de criticar el poder masculino que predominaba en los sectores sociales de su época -actualmente reconocida como una de las pioneras del movimiento feminista-, y una sensibilidad para amar la lectura, Virginia Woolf nació un 25 de enero de 1882 y en Oorales la estaremos recordando esta semana. Aquí, una serie de fragmentos de uno de sus ensayos "¿Cómo hay que leer un libro?", incluido en el libro El lector común.
"Leer no es simplemente conmoverse y comprender; también es criticar y juzgar. Hasta aquí nuestro empeño ha sido leer los libros del modod en que un escritor los escribe. Hemos tratado de comrpender, de apreciar, de interpretar, de compenetrarnos. Pero ahora, cuando el libro está terminado, el lector ha de dejar el banquillo y subir al estrado. Ha de dejar de ser el amigo y tiene que convertirse en juez. La mente parece efectuar dos procesos al leer. Uno podría llamarse la lectura genuina; la otra es la postlectura.
Durante la lectura genuina, cuando tenemos el libro en las manos, se producen incesantes distracciones e interrupciones... La sorpresa, la admiración, el aburrimiento o el interés se suceden a un ritmo tan rápido que, cuando por fin se alcanza el final, uno está en la mayor parte en un estado de perplejidad. ¿Es esto bueno o malo? ¿Qué clase de libros es? ¿Cómo de bueno es el libro?
"...Aunque es posible recibir el mayor place y estímulo en el primer proceso, el de la lectura genuina, si bien este es el de mayor importancia, no es tan profundo ni duradero como el placer que obtenemos cuando se completa el segundo proceso -la postlectura- y conservamos el libro visible, seguro y (en la medida de nuestra capacidad) completo en la mente.
"...Cuando queremos decidir en un caso concreto, lo que más puede servirnos no es leer críticas sino ser conscientes de nuestras propias impresiones tanto como sea posible y referirlas a los juicios que hemos ido formulando en el pasado.
"Sin embargo es haciendo preguntas y buscando respuestas hasta donde seamos capaces de llegar como alcanzamos nuestros criterios de valor y decidimos finalmente que el libro que acabamos de leer es de uno u otro tipo, tiene mérito en uno u otro grado.
Si los moralistas nos preguntan cómo justificamos nuestro amor a la lectura, podemos hacer uso de una excusa de este tipo. Pero si somos honrados, no necesitaremos tales excusas. Es cierto que no obtenemos absolutamente nada de la lectura aparte de placer; es cierto que el más sabio entre nosotros es incapaz de decir en qué consiste tal placer. Pero ese placer -aunque sea misterioso, desconocido e inútil- es suficiente. Ese placer es tan curioso, tan complejo, tan inmensamente fecundo para la mente de cualquiera que lo disfrute y tan copioso en sus efectos que no resultaría en absoluto sorprendente descubrir el día del juicio, cuando los secretos se revelen y lo oscuro se haga claro, que la razón por la que hemos pasado de ser cerdos a hombres y mujeres, por la que hemos salido de las cuevas y soltado los arcos y las flechas, por la que nos hemos sentado alrededor del fuego para charlar, beber y pasarlo bien, por la que hemos dado a los pobres y ayudado a los enfermos, por la que hemos construido casas y aceras, y por la que hemos levantado algún tipo de refugio y sociedad sobre la tierra yerma no es otra sino ésta: hemos amado la lectura.
Artículos recomendados:
-Los demasiados libros, Gabriel Zaid-Fahrenheit 451, Ray Bradbury-Revistas literarias digitales