Revista Empresa

Cómo innovar hoy día con estos 3 simples pasos

Publicado el 21 diciembre 2010 por Manuelgross

Manuel Gross

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Por Scott Berkun

El mayor secreto de la innovación es que cualquiera puede hacerla. La razón es simple. No es tan difícil como parece. Busque la palabra “innovar” en cualquier diccionario, y verá lo que realmente significa. En lugar de lo que usted cree que significa, encontrará algo similar a esto: innovar es “introducir novedades”. Eso es todo. No dice que usted tiene que ser un genio creador, un adicto al trabajo, ni siquiera que use ropa interior limpia.

Son apenas dos palabritas: introducir novedades. Y le prometo que, para cuando termine de leer este ensayo, usted será dueño de todos los secretos que necesita para innovar por sí mismo.

En la definición, la palabra clave es “novedad”. La trampa común que tiende la novedad es que asumimos que “nuevo” significa algo que nunca se ha visto antes en todo el universo. Esto resulta ser la tercera presunción más ridícula en la historia de la humanidad (las otras dos presunciones ridículas las dejo para que las descubra usted mismo). Aquí está la prueba: diga el nombre de cualquier gran innovador, y le garantizo que tomó ideas prestadas del pasado y las volvió a usar para hacer cualquier cosa que fuera que le dio fama.

Los hermanos Wright, inventores del vuelo propulsado en Estados Unidos, pasaban horas observando los pájaros. Con todo lo aburrido que parezca, tenemos que agradecerles a los aficionados a observar los pájaros los aviones supersónicos que tenemos hoy. El desarrollo que hizo Picasso del cubismo, uno de los grandes movimientos artísticos de los últimos dos siglos, fue fuertemente influido por su exposición a los estilos pictóricos africanos, al igual que la labor de un pintor francés algo más viejo, Cézanne.

Thomas Edison no creó el concepto del alumbrado artificial: tendría usted que mencionar a las miles de personas que murieron antes de que Edison naciera, las cuales convirtieron la madera, la cera, el aceite y otros combustibles en fuentes de luz controlables y transportables, (por no hablar de Joseph Swan, que patentó la luz eléctrica antes que Edison).

Incluso en el mundo de hoy, de avanzada tecnología, es fácil encontrar conexiones entre lo que llamamos “nuevo” y las ideas del pasado. La Web y la Internet derivan sus nombres de cosas de hace miles de años. Los primeros tejidos los hicieron las arañas, y pueblos indígenas de todo el mundo utilizaron las primeras redes para atrapar peces miles de años antes de que apareciera la primera computadora. Google, la maravillosa herramienta de búsqueda, a menudo se denomina motor de búsqueda, en referencia a un concepto de la mecánica física, no a los dígitos binarios.”

Todos estos ejemplos demuestran que la clave de la innovación consiste en ampliar la perspectiva de lo que se califica como nuevo. Mientras que su idea, o el uso que usted haga de una idea existente, sean nuevos para la persona para la cual usted la crea, o si se aplica de una manera novedosa un concepto existente, usted se convierte en un innovador desde el punto de vista de esas personas, y eso es todo lo que cuenta.

Sin embargo, incluso con estas definiciones mejoradas, se necesita algo más para que ocurra la innovación. La caja de herramientas de todo innovador típico incluye tres cosas: preguntas, experimentos y confianza en sí mismo.

El primer paso en la innovación: Haga preguntas

Preguntas: Lo mejor es comenzar con las cosas que uno hace a diario. Simplemente pregúntese: ¿qué otra persona hace esto, y de qué modo diferente lo hace? Si usted sólo conoce una manera de hacer algo, está incurriendo en una presunción de tamaño mayor. Supone que de las infinitas maneras de hacer algo, la que usted conoce es la mejor. Por ejemplo, yo soy aficionado al juego, pero no haría esa apuesta, ya que esa desventaja, del infinito contra uno, es excesivamente mala.

Incluso las cosas simples, como lavar platos o anudarse los zapatos tienen docenas o centenares de enfoques alternativos para diferentes personas en todo el mundo. Todos esos métodos son posibles innovaciones para usted y para cualquiera que usted conozca. El problema es que la gente tiene que salirse de su rutina para encontrar esas alternativas y hacerlas funcionar.

¿No está seguro de cómo empezar? Es cuestión de hacer más preguntas. He aquí algunas preguntas útiles para innovadores:

- ¿Por qué se hace así?

- ¿Quién lo empezó, y por qué?

- ¿Qué alternativas consideraron, y qué idea reemplazó su nueva idea?

- ¿Cuáles son las principales quejas, mías o de mis amigos, sobre cómo hacer esto, y qué cambios lo mejorarían?

- ¿Cómo se hace o se ha hecho esto en otras ciudades, países, culturas o épocas?

- ¿Qué diferentes presunciones tenían o qué restricciones encaraban?

- ¿Cómo puedo aplicar algunas de estas preguntas a lo que yo hago?

Muchos grandes innovadores se plantearon mejores preguntas que cualquier otro, y esa es parte de la razón por que la tuvieron éxito. No se trataba del genio, lo que sea que eso signifique, o de ejercicios mentales supersecretos que hacían cada mañana, e incluso de cuánto dinero tenían. Fue por medio de una dedicada búsqueda de respuestas a preguntas simples que encontraron ideas que ya existían y que podrían usarse.

Isaac Newton se preguntó cómo podía la fuerza de gravedad afectar a las manzanas al igual que a la luna, y al plantearse la pregunta de ese modo, hizo observaciones y desarrolló matemáticas relacionadas con la gravedad, algo que nadie había hecho hasta entonces. Muchos de los inventos de Leonardo da Vinci comenzaron cuando se preguntó cómo fluye el agua. Fueron sus muchos estudios de ríos, corrientes y del modo en que se mueve el agua lo que condujo a sus invenciones de ruedas movidas por el agua, de maneras de mover el agua en acueductos y canales y de bombas para pozos.

Si no se hubieran planteado preguntas ni hubieran mirado en torno, incluso a cosas obvias y cotidianas como el agua y la gravedad, los talentos creadores de Newton y da Vinci nunca habrían tenido una oportunidad de salir a la luz.

Segundo paso en la innovación: Ensaye usted mismo

Hacerse preguntas es una cosa, pero tratar de responder a ellas es otra. No hay nada que sustituya a la experiencia directa cuando se crean cosas. Los aspectos exclusivos de lo que uno es, incluso las cualidades propias que a usted pueden no agradarle, son un activo cuando se trata del pensamiento creador. Nadie puede ver el mundo exactamente como usted lo ve.

Esto significa que si usted puede experimentar, observar o hacer algo por sí mismo, podría descubrir lecciones y hacer observaciones que otras personas no notarán. Estas observaciones son la semilla de la innovación: Uno puede ver una idea o herramienta viejas con un punto de vista diferente al de cualquier otro en su familia, negocio o ciudad, y si usted sigue ese punto de vista, podría lograr una innovación.

Recuerde que el conocimiento que tenemos hoy del universo no surgió de libros mágicos que han estado ahí esperando por nosotros desde el origen de los tiempos. Surgió de personas curiosas que no sólo se plantearon preguntas, sino que siguieron averiguando hasta llegar donde otros no querían.

Francis Crick y James Watson, los descubridores del ADN, siguieron corazonadas e hicieron conjeturas en respuesta a sus preguntas, pasando horas en los laboratorios haciendo cosas que sus profesores creían no sólo que no eran científicas, sino también una gran pérdida de tiempo.

Incluso Sócrates, el filósofo más grande del mundo occidental, era contrario a la idea de escribir ideas en libros. Si su discípulo Platón no hubiera adoptado la innovación que se conoció como la escritura y no hubiera escrito él mismo los relatos de Sócrates, no conoceríamos ninguno de sus nombres, y mucho menos el método socrático de enseñanza en el que muchas lecciones universitarias se basan hoy día.

El progreso depende de personas que piensan independientemente y siguen a su curiosidad tanto como pueden, incluso haciendo cosas que otros a su alrededor se niegan a intentar.

Tercer paso en la innovación: Intente, aprenda e inténtelo otra vez.

El paso final consiste en no esperar el éxito la primera vez. Si usted hace algo nuevo para sí mismo o para sus amigos, es difícil predecir cuál será el resultado. Cuanto mayor sea la innovación, mayor serán el riesgo y el trabajo. Preparar galletas innovadoras es una cosa, pero cambiar la manera en que la gente piensa o trabaja, es otra.

Dado que satisfacer su curiosidad podría requerir largas horas de trabajo, lo que importa es el modo en que usted responde al fracaso. Por ejemplo, ¿puede encontrar el valor de responder, no con vergüenza o pesar, sino con más preguntas:

- ¿por qué falló esto?

- ¿qué puedo aprender ahora?

- ¿qué haré de un modo diferente la próxima vez?

Si usted puede responder así, como lo hicieron a lo largo de la historia la mayoría de los grandes inventores y creadores, va bien encaminado.

Scott Berkun es autor del éxito de librería The Myths of Innovation (Mitos de la Innovación) (O’Reilly Media, Inc., 2007). Escribe acerca del pensamiento creador y la innovación en http://www.scottberkun.com. Las opiniones expresadas en este artículo no reflejan necesariamente los puntos de vista o políticas del gobierno de Estados Unidos.

Este artículo fue publicado en el periódico electrónico eJournal USA de enero de 2008. Volumen 13, Número 1, titulado “La innovación: Todos podemos participar”

http://usinfo.state.gov/pub/ejournalusa.html

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Fuente: America  

Imagen: Newton 


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