Y también fue el monarca al que tocó gestionar la España del Siglo de Oro. Ahí es nada.
Pero un día se topó con Quevedo, quiso estar a su altura y salió trasquilado.
Veamos:
Su "planetaria" majestad quiere poner a prueba el ingenio del poeta y le pide que improvise unos versos.
Comoquiera que el poeta acepta el envite, solicita de su majestad:
- "dadme pie".
(Es la forma de pedir al interlocutor que recite un primer verso, o aluda a algún tema concreto para que el aludido continúe).
Héteme aquí que Felipe IV, seguramente queriendo ser gracioso o ingenioso, le alarga a Quevedo una pierna.
En mala hora, porque la improvisada respuesta de Quevedo estuvo, sin duda, a la altura de lo esperado, sin importarle el rango de su contertulio:
"En semejante postura
dais a entender, señor,
que yo soy el herrador
y vos la cabalgadura"
Y es que hay que tener cuidado a quién reta uno y a qué. Y Quevedo era mucho Quevedo.
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La imagen está sacada de la portada del libro Poesía inédita, Francisco de Quevedo.