Revista Psicología
Te encuentras sentado en una máquina de transporte.
Enfrente de ti puedes ver el sol, las nubes y el esplendor de la naturaleza.
Es ese preciso momento, sientes cómo la barra de sujeción cae encima de tu cuerpo, dándote una sensación de seguridad y miedo a la vez.
Miras a tu compañero, miras a tu equipo de atrás, y sin hablar, entienden que ya no hay marcha atrás. Qué fue tu decisión, cómo también de los que te acompañan, de encontrar la aventura en ese momento. Lentamente sientes cómo te vas moviendo hacia adelante – la maquina empieza a funcionar.
Ésta es tu vida, tu oportunidad.
Tienes un sólo boleto, un viaje que debes disfrutar al máximo. Un trayecto que puede durar unos minutos, cómo una eternidad, cómo también puede ser truncado, o puede ser disfrutado sin precedentes.
Pero éste es tu vuelo. Y no viajarás solo.
A lado de ti, tendrás a alguien que siempre gritará a pulmón contigo. Alguien que moverá las manos, las piernas y sus experiencias de la misma forma que tú. Si te acompaña alguien que solamente critica, tu viaje no será placentero. Si es alguien que sólo acepta lo convencional, no experimentarás nuevas emociones. Pero si es alguien que quiere ser excepcional cómo tú, moverán las manos de una nueva forma, una que solamente ustedes saben cómo hacer.
Estarás dispuesto a compartir la experiencia.
En esta máquina te acompañará un grupo de personas que comparten tus ideales. Ellos son tu pequeño ejército; tus amigos, familiares, clientes, lectores, ayudantes, emprendedores. Todos con la convicción de disfrutar el mismo viaje que tú. Si tu grupo comparte tus ideales, gritarán a pulmón, cómo un grupo de rock se tratase. Pero si te rodeas de personas que no se comprenden, difícilmente encontrarás motivación en el trayecto.
Una vez que empieza a moverse la máquina, no hay marcha atrás.
Este es tu llamado a la aventura, a la vida y sus inesperadas vueltas. Habrá veces que caerás en picada, y podrás gritar de emoción o dolor. Podrás disfrutar la caída, pero también las detestarás.
Lo importante es saber que tu viaje sigue, porque en otras ocasiones, empezarás a subir, lentamente, hacía una mejor una vista, dónde podrás ver más de cerca, el juego eterno entre las nubes y el sol. Serán los momentos que más vas a recordar.
Estarás jugando en círculos, aunque cada vuelta sea muy diferente. Con la rotación de éstas, te volverás más experto, que a veces sabrás el momento exacto para gritar, pero otras, te dejarás sorprender, mientras esperas algo nuevo, o tú mismo crearás una nueva oportunidad; verás las nubes de otro color, aunque ya sabes cómo son en realidad.
En el fondo, allá abajo habrán personas que verán cómo das tus vueltas. Habrá una sabiduría convencional que vigilará cada movimiento; te dirán que la vida no es para disfrutar, usarán sus palabras para que te bajes pronto. Y otros más complacientes dirán que es algo que todos pueden hacer fácilmente.
Aunque por otra parte, muchas personas se asombrarán y querrán hacer lo mismo que tú. Habrás inspirado movimiento y te sentirás orgulloso de haber motivado a un pequeño grupo que también buscarán dar sus vueltas, de afrontar los retos y hacer un cambio.
Que el día que la máquina tenga que parar, lo harás con una sonrisa. Sabiendo que disfrutaste cada instante, cómo los buenos momentos cómo las grandes picadas. Que pudiste compartir tus experiencias con las personas que más querías tener a tu lado.
Que el mundo sepa que dejaste tu alma en el viaje.
Cuándo no haya más movimiento, se contará la leyenda en la que fuiste conocido por buscar la aventura, que peleó por sus sueños, que aportó valor a la sociedad, que se acompañó de otros héroes. Que buscó crear su propia historia.
Este es un viaje de un sólo billete, uno muy emocionante, porque es tuyo. Tú oportunidad de aprender en cada vuelta, de dejar el alma y cuerpo en el trayecto. De vivir tu propia vida.
Ésta es tu particular montaña rusa. Sé valiente, lánzate y disfrútala al máximo.
Fuente: Sergio Sala. Sé Leyenda.