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¿Cómo maquetar la edición de un libro de poemas?

Por Lasnuevemusas @semanario9musas

Antes de profundizar en el tema concreto indicado en el título de este artículo, debo hacer unas consideraciones sobre cómo llega al receptor, o sea al lector, una obra poética y qué distintas interpretaciones pueden hacer los lectores de ese contenido.

¿Cómo maquetar la edición de un libro de poemas?

Un poema llega al lector por vía de la lectura o por vía de la escucha. Yo siempre he defendido que el recitado es muy importante y transmite un ritmo poético, unas pausas y unas inflexiones de tono que pueden quedar abiertas a distintas interpretaciones si solo disponemos de un texto escrito. No obstante, el texto escrito es lo que mantiene la consistencia y permanencia de la obra, más allá de las composiciones memorizadas que no suelen ser demasiadas.

Podríamos decir que un poema, por el ritmo, pausas y tono que conlleva, está a medio camino entre un texto en prosa y la interpretación de la letra de una composición musical. Una diferencia significativa es que en la composición musical disponemos de un pentagrama y unas notas musicales que nos orientan de las intenciones del autor. Es cierto que el intérprete modulará esas instrucciones, ya que la interpretación no es algo rígido y el cantante tiene una cierta libertad, pero la base de la obra está en la pieza musical y su letra, y si se aparta significativamente se entrará, como mínimo, en el campo de las versiones.

En un poema, en principio, no tenemos más que un texto escrito separado por versos y no siempre con los signos ortográficos recomendados por la gramática. En un reciente artículo, "Las pausas del verso y del poema", ya comenté la importancia de las pausas finales y hemistiquiales de los versos y de las otras pausas internas convenientes para la buena interpretación del contenido del texto. También cité las diferencias entre las sílabas gramaticales y las sílabas fonéticas que condicionan el ritmo del verso, dichas diferencias no siempre quedan claras al leer un texto.

El ritmo silábico es fundamental para mantener la armonía poética, una de las características principales que distinguen al poema de la prosa. Este tema de la diferencia entre sílabas fonéticas y sílabas gramaticales lo he tratado en varios de mis artículos anteriores, en el último de ellos, "Cómo mejorar la comunicación entre el autor y el lector de poesía", proponía hasta algunos signos diacríticos como (·), (¨), (^), ('), (/) o (_) para facilitar la lectura propuesta por el autor, y en otros artículos de la serie "Vamos a hablar de métrica" exponía cuándo son más probables esas diferencias entre sílabas, motivadas por sinalefas, hiatos, diéresis y sinéresis.

Lo que sí ayuda a leer un poema es escucharlo recitado por el autor o por un rapsoda que sepan darle el ritmo adecuado, ya que así se percibe la citada armonía poética. Si se complementa esa escucha con la lectura, es más fácil asumir tanto lo que se dice un poema como cómo lo dice. Por desgracia, ello no siempre es posible y cuando lo es, o cuando se trabaja un poema para recitarlo bien, suele ser conveniente efectuar anotaciones en el texto para remarcar esas pausas del verso o las uniones silábicas no gramaticales.

Tras esta introducción de lo que, a mi modo de ver, sería lo ideal para poder leer y disfrutar de un buen poema, vamos a la práctica, o sea a lo que nos podemos encontrar en un libro de poemas y lo que creo que podría mejorarse con pocas o muchas dificultades.

En cuanto a la maquetación del texto, las editoriales de prestigio y las especializadas en poesía suelen efectuar ediciones muy bien presentadas y funcionales, pero últimamente muchos autores de poesía se están autoeditando o recurren a editoriales que actúan como simples facilitadores de la impresión del libro. Por falta de experiencia, o por motivos económicos, muchos de esos los libros presentan una edición deficiente que empobrece o dificulta la lectura de los poemas.

¿Cómo maquetar la edición de un libro de poemas?En un libro de poemas la presentación, el formato consecuencia de la maquetación, es aún más importante que en un libro en prosa en cuanto a tamaño de las hojas, márgenes, tipo de papel, de letra y talla de dichas letras. En mi opinión, eso se debe a que un poema es más que un texto, por el ya citado ritmo, que no suele reflejar la tipografía normal, y porque la imagen del texto que se va a leer condiciona en parte su lectura e interpretación.

Quizá sea un buen ejemplo, o al menos me sirve para defender esta opinión, la relación de la poesía desde sus inicios con la imagen. Así Simónides de Ceos (V a.C.) ya dijo "la pintura es poesía muda y la poesía pintura hablante", también Horacio con su máxima "Ut pintura poesis" (como la pintura, así es la poesía) destacó la relación entre pintura y la poesía. Esto no es solo por las imágenes físicas o poéticas que contienen los poemas o por el género poético de la écfrasis que describe objetos, sino por esa forma de acceder a un poema como una obra de arte visual o por facilitar la lectura del texto poético como algo más que una relación de palabras y frases.

Yendo al extremo, aunque no esté yo siempre de acuerdo con algunas experiencias poéticas como los caligramas, los poemas visuales, los cortes de versos por motivos no sintácticos o las sangrías de algunos de ellos, sí que queda muy claro que ahí hay una intención del autor que trasciende de las frases textuales y precisa de la imagen de las palabras en su contexto.

Pasando a la práctica voy a dar unas cuantas recomendaciones sobre cómo pienso que se debe maquetar un poemario, que suele ser cómo lo hacen las buenas editoriales.

En cuanto al tamaño de hoja, creo conveniente que no sea muy grande y en todo caso adaptada a la longitud de los versos y de los poemas. Los libros de poemas suelen tener hojas de disposición vertical alturas entre 22 y 17 cm. y anchuras entre 15 y 12 cm.

Jugando con estas proporciones, a un libro de poemas largos y con versos largos le convendrá más un tamaño de los grandes y en el caso contrario de los pequeños. Lo que debe intentarse es no partir los versos y, si es imprescindible, hacerlo con sangrías que dejen claro que se trata del mismo verso. En general, se prefiere colocar un solo poema por página, pero si los versos son muy cortos (por ejemplo, haikus) eso produce un exceso de blanco, que en mi opinión no favorece al libro. Si los poemas son largos y sobrepasan el tamaño de la página, es conveniente que el corte se haga donde facilite la lectura, o sea al final de una estrofa o como mínimo tras un punto y seguido.

Los márgenes deben adecuarse al tamaño de los versos, pero en cualquier caso hay que recordar que deben ser algo más amplios que en prosa y los interiores deben ser suficientes para facilitar la lectura sin forzar el libro, yo diría que de un mínimo de 2 cm. He visto libros con páginas en las que, a pesar de haber espacio suficiente para el tipo de poemas, estos se presentan casi sin margen superior o con un margen interior demasiado escaso lo que perjudica lectura y presentación estética.

En cuanto a los tipos de letra cada uno tiene sus preferencias, a mí me gustan Garamond o Calibri, pero hay bastantes otros adecuados para la poesía. Respecto a la talla yo abogo por un mínimo de 12, pero si hay espacio puede ser algo mayor. Otro aspecto importante es el interlineado, en el caso de poesía puede ser conveniente aumentar un 10% el estándar, pero sin llegar a esos libros a espacio y medio que me parece excesivo y contraproducente.

Respecto al color del papel, el blanco no me parece la mejor opción para un libro de poemas, por la importante cantidad de espacio libre de texto en las páginas y suele ser más conveniente un leve ahuesado.

En cuanto a los signos ortográficos, lo normal es que en el texto del poema aparezcan los gramaticalmente necesarios, ya que eso facilita su correcta lectura. No obstante, hay autores que prefieren prescindir de todos o la mayor parte de dichos signos en aras de una supuesta libertad del poema; yo no estoy de acuerdo con ello ya que creo que no hay que confundir libertad con dificultad de transmisión del mensaje. Otro aspecto, por suerte ya bastante superado, era escribir con mayúsculas las palabras iniciales de cada verso independientemente de que siguiesen a un punto; esa mala costumbre solo dificultaba la lectura y creo que es totalmente desaconsejable.

En definitiva, el autor que se enfrente a la autoedición o la edición con una editorial no especializada, puede seguir estos consejos o simplemente ver unos cuantos libros de poemas editados por editoriales de prestigio, donde encontrará formatos correctos que facilitan la lectura y mantienen una buena estética.

Todo lo anterior puede parecer muy evidente, pero si he escrito este artículo es porque han llegado a mis manos muchos buenos libros de poesía autoeditados, o editados por editoriales no especializadas, cuya lectura se dificultaba mucho por la mala maquetación de los mismos.

Otro estadio en la maquetación es el uso de los signos diacríticos, que he citado anteriormente, para facilitar la localización de las pausas versales y las uniones o desuniones silábicas no gramaticales. Yo abogaría por un uso razonado de dichos signos, pero soy consciente de que no es usual, ni los lectores están acostumbrados. Quizá sería bueno, al menos, señalar las diéresis (¨) en que se rompe un diptongo gramatical y las sinéresis (^) cuando se diptongan dos vocales fuertes, como ya se hacía en la poesía antigua, e indicar con un (·) los hiatos en que no se produce sinalefa entre las vocales de dos palabras contiguas.

Respecto a las pausas internas del verso, si los signos (/) o (') parecen muy agresivos se podrían sustituir por una ampliación del espacio entre palabras. Quede todo este uso solo como una sugerencia que busca facilitar la lectura del poema tal como cree el autor que debe hacerse, respetando siempre la libertad del lector de interpretarlo de otra forma. Veremos si estas mínimas señales, u otras similares, que ayuden a interpretar los ritmos poéticos sugeridos por el autor llegan a popularizarse algún día, o tenemos que seguir escuchando a un buen rapsoda o analizando con cuidado los versos para aclarar dudas de ritmo y recitado.

Por último, tras tratar de la edición en papel de los textos poéticos, habría que hablar de la maquetación de los textos en formato digital. En este aspecto la situación es mucho más desoladora, ya que muchas maquetaciones no respetan el cambio de hoja dentro de un poema, o entre un poema y el siguiente, ni los espacios entre párrafos, o parten los versos largos sin ton ni son. Este es un tema que tiene solución técnica, aunque sea más compleja que en un texto en prosa, y en el que creo que se debe actuar para evitar que muchos poemarios en versión digital sean de difícil y desagradable lectura en las pantallas. Como el tema es técnico y algo complejo lo dejaré para un posterior artículo específico sobre el asunto.


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