No le gusta decir ya se lo dije. Pero se lo dijo. Según un informe de la CyberPsychology and behaviour Journal certifica que el WhatsApp, esta app de comunicación instantánea causa 28 millones de rupturas al año en todo el mundo.
Mantienen que el mal interpretado doble check (se da por enviado y recibido el mensaje, pero no por leído) y la última hora de conexión en línea tienen la culpa. Pues qué quieren que les diga. A veces, la tecnología en lugar de hacer la vida más fácil, la complica. Aunque si usted rompe con su pareja por estar todo el día pelando la pava con una compañera de trabajo pues igual es que las cosas en casa no iban muy allá. Vamos, dice ella.
El informe desvela que en los estados incipientes de una relación el hecho de creer que el receptor ha leído el mensaje y no lo responda genera una inseguridad indescriptible. Cosa que se agrava entrando cada tres minutos en el dispositivo. El terror llega cuando no es visible la última hora de conexión. No, chata, no lo ha eliminado para que su mujer no le controle: te ha bloqueado. Auch.
Pero sin que llegue la sangre al río suele haber una explicación bastante lógica para que un hombre no responda a una mujer: No está interesado. A estas alturas del partido, la cruda comedia ¿Qué les pasa a los hombres?, de Ken Kwapis, debería ser de visionado obligatorio.
En la mayoría de los casos, la obsesión no es por el sujeto en cuestión. Sino por la satisfacción instantánea que supone recibir una respuesta en el acto. Ser importante para alguien. No importa demasiado para quién. Hagan la prueba. ¿Nunca han creado un grupo de whatsapp para organizar un evento y ser la única que escribe? Sentirse un paria social no mola. Nada.
Lo mismo pasa con los mails, con las privados de Facebook o DM de Twitter. Nos hemos convertido en perros de Pavlov a la espera de la recompensa emocional. De un vil: “Hola, ¿qué haces?”