Hay innumerables historias sobre la relación entre perros y gatos, suele creerse que estos animales no pueden tener una buena convivencia como si realmente fueran enemigos.
Estas frases suelen decirse asociadas a personas que tienen una mala relación: “Se llevan como perro y gato” o bien “Se pelean como perro y gato”..
Hoy voy a contradecir todo dicho o creencia, ya que en mi propia experiencia esta supuesta regla no se ha cumplido.. ¿Por qué?...
Para quienes lleguen a este post y aún no hayan leído nada acerca de nosotros, voy a presentarles a nuestras dos
Diamante llegó a mi casa hace siete años cuando tan solo tenía cuarenta y cinco días de vida..
Recién llegado..
Muñequito de peluche
Resignado..
Su primer travesura
Es nuestro perro, un Labrador Retriever. Quienes conozcan las características de esta raza sabrán que es un perro muy amigable, compañero y extremadamente cariñoso y demandante. Es muy inteligente, aprende con rapidez y sabe muy bien como conquistar a quienes asumimos la misión de cuidarlo, sin embargo no ha resultado una tarea sencilla educarlo.Muy pronto supo ganarse nuestro cariño, pero sus travesuras (las normales de todos los cachorros) en más de una ocasión me han hecho enojar y en tantas otras le han costado alguna que otra visita al veterinario (por comerse calcetines, ramas, piedras, pájaros, etc.) Varias veces también se escapó al encontrar el portón exterior abierto y llegué a correrlo por la calle durante más de quince minutos.
La verdad es que a mí no me agradaban los gatos más que en documentales de animales. Me provocaban temor y desconfianza. Si de algo estaba segura en mi paso por esta vida era de que un gato no sería jamás mi mascota. Cuando visitaba a alguien que tenía en su casa uno de “estos animalitos” creo que presentían mi rechazo porque jamás se me acercaban ni brotaba de mí una sola caricia. En lo posible hasta evitaba mirarlos a los ojos..
He aquí un ejemplo de cómo los seres humanos podemos cambiar en forma muy notable a lo largo de nuestras vidas, en ciertos casos.
Para completar el zoo llegó Dexter hace tres años..
La historia comenzó cuando fuimos a visitar a unos familiares en Gualeguaychú, provincia de Entre Ríos. Allí había una gata que había dado a luz cuatro gatitos. Y claro, con ese minúsculo tamaño y ese aspecto de peluchines no podían provocarme más que infinita ternura. No solo a mí, sino también a mis dos hijos mayores que no los soltaron ni un segundo y no tardaron junto a marido en convencerme de que adoptar a uno sería un excelente decisión.
Resumiendo, en el viaje de ida éramos cuatro y a la vuelta cinco (o mejor dicho cuatro y un cuarto). Un poco escéptica encaré este nuevo desafío, tendría un “lindo gatito”. Por supuesto que Dexter logró revertir rápidamente mis prejuicios acerca de lo que significa convivir con un gato.
Lo acuné para dormirlo durante varias noches, le compramos el almohadón más mullido para que descanse como un rey y le tomamos decenas de fotografías como si de un bebé se tratase.
Nos reímos con cada nuevo insólito lugar que descubría para descansar..
Con los sitios que elegía para recrearse...
Y con lo aplicado que resultaba ser en algunos momentos Pero principalmente aprendí a conocerlo y a respetarlo.
Debo afirmar que los gatos son muy diferentes a los perros. No sólo en su aspecto, sino en su forma de manifestarse, de dar y recibir cariño. Pero esto no hace que ninguno de los dos sea mejor ni peor, sencillamente se muestran de diferente manera, como lo que cada uno es.
Al principio no quisimos juntarlos dado que yo tenía pánico de que Diamante confundiera a Dexter con un buen trozo de carne asada. Me parecía que le provocaba bastantes celos este simpático personaje que, no lo niego, desplazó un poco la atención a la que él estaba acostumbrado.
Pero después de un tiempo llegó el momento de que compartan el parque de nuestra casa, ya era hora de intentar el acercamiento.
Inicialmente Diamante parecía inquieto cuando Dexter salía a jugar con él, pero en poco tiempo se hicieron grandes amigos y aprendieron a convivir armoniosamente.
Cada día cuando regreso de mi trabajo y traspaso el portón de mi casa, me vienen a recibir los dos amigos inseparables. Me ven llegar y se acercan esperando que les haga un cariño y no puedo negar que esto me provoca un inmensa alegría…
Los dos fueron criados dentro de casa de pequeños, pero luego preferimos que vivan más libremente de acuerdo a su condición de perro y gato. Respeto a quienes eligen tener animales dentro de sus casas, yo lo he intentado pero creo que teniendo lugar, lo mejor para ellos es el contacto diario con la naturaleza (en la medida de lo posible).
Diamante y Dexter, mis queridas mascotas.
Dos fieles amigos, de esos que se encuentran pocos...
Comparten sus días y se echan de menos cuando no están juntos...
Quienes hayan leído con atención este post, cuando vuelvan a expresar que dos personas se llevan "como perro y gato" seguramente será para referirse a quienes se quieren mucho y mantienen una excelente relación.
Si tenes en tu casa un perro y un gato, contanos tu experiencia... ¿Cómo les resulta la convivencia?