hoy hablamos de otra cola, considerada por los artistas y los restauradores, la mejor por ser extremadamente elástica y fuerte. Al igual que la cola de conejo, se prepara con los restos de pescado y sus espinas. Existen distintas variedades de ictiocola (del griego ichtýs, que significa pez), algunas más exóticas y caras, otras más comunes y económicas. Sin embargo, todas se preparan de la misma forma:
Se deja esponjar por lo menos 24 horas. Hay que tener en cuenta al elegir el recipiente que la cola, una vez re-hidratada, ocupa casi el doble de espacio.
Una vez re-hidratada, para diluir completamente los granos de cola puestos en remojo, los calentaremos al baño maría removiéndolos continuamente, lo que les proporcionará su máximo potencial de pegajosidad y, lo que es más importante para nuestro objetivo pictórico, les dará su capacidad límite de elasticidad para tensar los lienzos. Esta parte del proceso es fundamental para conseguir la tensión adecuada.
Debemos mantener la temperatura del agua entre los 60 y los 70 grados centígrados sin llegar a hervir la cola; de lo contrario perderá gran parte de sus propiedades de elasticidad y adherencia. Trabajar con cola de pescado significa trabajar con material orgánico, es aconsejable añadir a la mezcla unas gotas de ácido acético, vinagre, amoniaco o zumo de limón para desinfectar y evitar posibles futuras manchas de hongos.
Buena cocina pictórica a todos, Chema Senra
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