Aunque tu hijo aún no entienda que no puede estar todo el día pegado a ti, poco a poco puedes ir haciéndoselo entender con grandes dosis de cariño y paciencia.
Mamá, ¿vas a volver?
Otra cuestión evolutiva que favorece la “mamitis” de tu hijo es que aún no tiene noción del tiempo y no puede entender que tu desaparición sea sólo temporal. De ahí su sensación de vacío y angustia al no verte. Sólo te dejará ir de buen grado cuando entienda que vas a volver. Y para eso ha de pasar algún tiempo. Mientras, estas tres indicaciones os ayudarán a llevarlo mejor:
- Sigue con él una rutina diaria que le permita anticiparse a todos esos momentos en los que tendrá que decirte adiós (cuando vas a irte al trabajo, cuando le acuestas...).
- No te marches a hurtadillas mientras está distraído. Aunque monte un número cada vez que te vas, despídete siempre de él. Mejor que llore un rato a que descubra después que te has marchado (esto le provocaría inseguridad en ti y en sí mismo).
- Cuéntale brevemente dónde vas y con quién y dale una referencia para que sepa cuándo vas a volver (no la hora, sino “cuando te levantes de la siesta” o “cuando estés en el baño”). Aunque no te entienda y se quede llorando, esto le calmará. Explícaselo en un tono cariñoso para que vea que no estás enfadada, pero firme para que perciba que tu marcha es inevitable.
Si logras mantener una actitud paciente, sincera y comprensiva, tu hijo se irá acostumbrando a tu marcha sin perder seguridad ni confianza.
Fomenta su autonomía
A partir de los 2 años el niño ya es capaz de entender muchas cosas y se va afianzando en sus logros, por lo que está más preparado para alejarse de ti y ganar en independencia. Pero aún le cuesta y es natural: se debate entre el deseo de ser independiente y la antigua y placentera dependencia.
Si crees que su apego sigue siendo excesivo, revisa tu forma de actuar:
- Plantéate si no estarás frenando sus iniciativas de jugar y distraerse solo. A veces, tratando de proteger a los niños, no les dejamos el margen de libertad suficiente y acabamos transmitiéndoles nuestros temores (“te vas a caer”, “¿y si te pierdes?”, “deja que te lo hago yo”...). Y sin querer los hacemos dependientes y temerosos. - Permite a tu hijo explorar por su cuenta (acondiciona la casa y así no tendrás que frenar cada uno de sus movimientos), anímale a hacer cosas solo y dale responsabilidades en casa acordes con su edad. Tenga la edad que tenga, dale ocasión de mostrarse independiente y felicítale por sus iniciativas. - Facilita que se relacione con otras personas (hablar con los dependientes de las tiendas, saludar a los vecinos, estar y jugar con otros niños, compartir a tus amigos...).
Por último, ten en cuenta que, aunque parezca contradictorio, la mejor receta para fomentar la independencia de tu hijo y lograr que deje de perseguirte a todas partes es que lo acojas en tus brazos cada vez que busque refugio.
La seguridad es básica para él, más que la curiosidad, por lo que sólo si la tiene (o sea, si tú se la das) se arriesgará a descubrir o intentar algo nuevo. Cuida que no perciba ninguna expresión de rechazo o exasperación por tu parte, pues eso le haría sentirse aún más inseguro y exageraría su dependencia de ti. Y ten paciencia. También esta etapa pasará.