¿Cómo puedo ayudarme a conseguir mis propias metas?

Quizá te encuentres en un momento de tu vida en el que quieres afrontar un nuevo reto, conseguir algo importante, hacer algún cambio o simplemente aprender algo nuevo. Probablemente todos podemos tener en mente algo así, aunque seguramente algunos con más fuerza que otros (“Quiero cambiar de trabajo”, “Quiero dejar a mi pareja”, “Quiero tener un hijo” …). Pero no necesariamente estamos hablando de asuntos vitales. Frecuentemente hay temas que nos gustaría abordar (“Quiero aprender inglés”, “Quiero conocer gente nueva”, “Quiero bailar”, “Quiero hacer ejercicio” …) pero que por alguna razón no hacemos.

Razones pueden existir múltiples y variadas. Normalmente estamos muy atentos a todos los factores externos que nos dificultan (“No me sobra el dinero”, “Mi pareja no me apoya”, “Mis hijos no me dejan tiempo” …). Estas circunstancias pueden entorpecer nuestros propósitos, pero ¿son las únicas que me frenan? Rotundamente NO.

Existen factores internos que también nos “ayudan” a no conseguir nuestros propósitos. Nuestros pensamientos son un claro ejemplo de ello. “No puedo”, “Soy incapaz”, “No sirvo para eso”… son frases que no facilitarán en nada nuestro camino hacia lo que queremos. Puede ser que nuestras circunstancias no nos lo pongan nada fácil, pero tenemos dos opciones: hacer algo o no hacer nada.

Maticemos ese “hacer algo”. Con ello no nos referimos a darnos cabezazos contra la pared para conseguir algo que no podemos. Más bien nos referimos a cambiar el planteamiento, a buscar opciones y habilidades en nosotros que provoquen un cambio en la situación. Y todo esto pasa por un primer nivel: abandonar nuestros pensamientos incapacitantes. El decirme a mí mismo que YO PUEDO, no nos asegura el éxito, pero nos aproxima bastante más a él.

Pensemos en una situación. Estoy pensando en cambiar de trabajo y me citan para una entrevista en un puesto que llevo mucho tiempo esperando. La semana previa podemos estar pensando que ese puesto nos queda grande y que la entrevista será un mero trámite para que lo consiga alguien (por supuesto) mejor que yo. Esta manera de pensar hará que nos desanimemos y que durante la semana no preparemos bien esa entrevista, consciente o inconscientemente. “¡Total… ¿para qué? No tengo ninguna opción. ¡No voy a perder el tiempo!” Sin embargo, si pensamos que tenemos opciones (por algo han tenido en cuenta mi perfil para este trabajo) y buenas cualidades que mostrar, nuestra actitud pre-entrevista nos ayudará a prepararnos mejor y afrontar el momento con más serenidad y optimismo.

¡Recuerda! Las conversaciones que tenemos con nosotros mismos pueden darnos el ánimo que necesitamos para enfrentarnos a nuestros propios retos.

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