A tempranas edades, y como es lógico, los niños no saben distinguir lo que está bien de lo que está mal. No saben dónde están los límites y cuáles son los comportamientos adecuados. No existe el portarse bien o mal porque no tienen concepción de la bondad y la maldad. El refuerzo en los comportamientos positivos nos ayudará a que desarrollen las conductas adecuadas.
Se trata de que hagamos ver que determinado comportamiento nos ha gustado. Así conseguiremos que esa actitud se siga repitiendo. El niño debe sentirse recompensado y lo deberemos hacer en el menor tiempo posible, para que el refuerzo sea eficaz.
Podemos reforzar con elogios, alabanzas, frases de ánimo o con un beso o abrazo. Un “qué bien lo has hecho”, “estás hecho un campeón” o “qué mayor te estás haciendo”, son frases que suben la moral del niño y hacen que se sienta compensado. También podemos utilizar chicles, chocolates o zumos. Cuando el niño realice una buena acción le podemos premiar con algún tipo de chuche o galleta…
En definitiva podemos usar cualquier cosa que sea gratificante para el pequeño. Desde una habitación para él solo, hasta juguetes, películas, más rato viendo la tele, sus pegatinas favoritas… Incluso podemos premiar con alguna salida al cine o al parque.
Intentaremos combinar los reforzadores materiales tipo comida o salidas, con los inmateriales (besos y caricias), de tal forma que al final sólo hagan falta estos últimos. Evitaremos premiar siempre con lo mismo, ya que se puede dar el caso que el niño lo aborrezca y pueda quitarle su valor reforzante.
Lo primero que tenemos que tener claro es cuál es la conducta que queremos modificar o que queremos que realice. También deberemos conocer qué cosas son reforzantes para el niño y aplicarlas inmediatamente siempre que se dé el comportamiento. A medida que el niño lo vaya adquiriendo, la propia ejecución será reforzante en sí misma y no será necesario recompensarlo continuamente.
Si la conducta que deseamos cambiar es algo compleja. Intentaremos reforzar cada pequeño paso hacia el modelo adecuado, porque tal vez pueda darse la situación de que el niño se desmoralice.
Pactar de antemano con tu hijo te asegurará un mejor resultado. Explícale claramente de qué va el tema, es decir, “si pones la mesa todos los días podrás comerte un helado para merendar el sábado” o “si recoges tu cuarto todas las tardes el domingo iremos al cine”. Obviamente si el acuerdo se rompe, no hay recompensa.
Sugerencia: establece un sistema de puntos. Escribe en una cartulina las tres o cuatro conductas que desees modificar. Por otro lado, a modo de tabla los días de la semana. Cada vez que haga algo correcto lo marcaremos con un punto positivo. Cuando la semana finalice haremos un recuento de los puntos y le daremos las recompensas que habíamos acordado previamente.
Y tú ¿ya lo has probado?, ¿nos cuentas tu experiencia?