Revista España
Toledo no ha sido levantada de una vez por académicos interesados en satisfacer un súbito capricho real, sino que fue construida como una roca y sobre una roca. A semejanza de Roma, se levanta sobre siete colinas y está a unos 2.400 pies por encima del nivel del mar. El Tajo, que parece hervir al pasar por la hendedura o Tajo de la montaña, la rodea, ciñéndola, dejando solamente una vía de acceso por el lado de tierra, que está defendida por torres y murallas moras. Dentro de la ciudad, las calles, o más bien callejas, son empinadas y tortuosas, pero esto mismo las hace fáciles de defender en caso de ataque y, al mismo piempo, frescas en verano. Algunas, ciertamente, son tan estrechas que el sol no puede penetrar en ellas, mientras que, mirando hacia arriba, apenas se ve otra cosa que una tira de cielo azul (...) La aguja de callejear es aquí de difícil aprendizaje, porque de estas serpenteantes callejas, tan irregulares y súbitas como guerrilleros, ninguna va de manera paralela o derecha, sino, por el contrario, dando vueltas como mejor les parece, llegando a las conclusiones más ilógicas.
Richard Ford. Manual para viajeros por España y lectores en casa (1844)