Desde hace un tiempo a esta parte, estoy entrenando el dejarme llevar por la intuición. Creo que es algo que hay que entrenar porque, a pesar de que todos sabemos que tenemos algo parecido a la intuición o al instinto, no solemos hacerle mucho caso en nuestro día a día. Así que una buena forma de empezar a hacerlo, es ser conscientes de las sensaciones que tenemos en cada momento y la segunda parte, quizá la más difícil: actuar en consecuencia.
Las personas tenemos ciertos mecanismos defensa que nos mandan alertas. Por eso podemos saber que estamos en peligro, que no somos felices, que no hemos hecho algo como deberíamos o que sea lo que sea lo que estamos haciendo con nuestra vida, no es para nada ni lo que queremos hacer ni lo que nos hace sentir bien.
Debido a ese temor que tenemos al cambio, al futuro y a la incertidumbre, nos pasamos media vida preocupados por si las elecciones que hemos tomado son las correctas, por si estamos en el camino adecuado, por si estamos haciendo las cosas tal y como se supone que debemos hacerlas para llegar a un objetivo concreto. Y simplemente, cuando me toca analizar si lo que estoy haciendo está en sintonía con lo que quiero hacer o ser en el futuro, me digo: “¿qué me dice mi instinto?”.
Y te aseguro que si el instinto habitara en algún sitio físico del cuerpo, éste no sería ni en la cabeza ni en el corazón, sería en la tripa.
Qué me dice la tripa. Qué me dicen las entrañas. Qué me dice mi yo desde lo más profundo de mis adentros. Sin trampas. Sin intentar autoconvencerme, sin mentirme a mí misma (que, además de ser sumamente improductivo, es peligroso, porque realmente uno puede llegar a convencerse de que su trabajo de mierda es su trabajo ideal si se lo propone).
El ejemplo más reciente de mi vida ha sido cambiar de trabajo. Tenía que discernir si realmente era feliz en mi anterior empleo, si realmente era eso lo que quería, si realmente me merecía la pena, si me sentía bien al llegar a casa… Y mi cabeza racional me decía una cosa, mi corazón y los sentimientos hacia mis queridas compañeras otra, pero mi tripa, mis entrañas, lo más profundo de mí, me decía que tenía que cambiar.
Me ha pasado a veces, cuando no he tenido muchas ganas de escribir en este blog y cuando me he preguntado si realmente merece la pena el tiempo que invierto en él o si seguir escribiendo es algo que necesito realmente en mi vida. Mi cabeza, harta y saturada de ponerse a escribir y que no saliera ni una sola línea, me decía que quizá ya iba siendo hora de dedicarme a otra cosa. Pero mi tripa, mi instinto y mis entrañas, me decían: sigue adelante.
Y así es como uno aprende a escucharse.
Probablemente, si me preguntas a mí si tú estás en el camino adecuado, te conteste que no lo sé. Y probablemente si se lo preguntas a otras 100 personas, esas personas te responderán lo mismo. El error, sin embargo, no está en la pregunta, sino hacia quién la formulas. Nadie, salvo tú, será capaz de decirte si lo que estás haciendo hoy te lleva al lugar en el que quieres estar mañana, si estás haciendo lo correcto, si esto a lo que estás dedicando tu tiempo será algo de lo que te podrás sentir orgulloso en el futuro. Nadie lo sabe. Sólo tú. Y ni siquiera tú. Sólo lo sabe tu tripa.
Y si por si acaso todavía no la escuchas (aunque cuando quiere habla bien alto, ¿verdad?), hoy te traigo 4 ideas rápidas sobre lo que significa hacerle caso a tu instinto.
1. Hacerle caso a tu instinto conllevará hacerte preguntas:
Tendrás que cuestionarte constantemente todo aquello que te rodea. Incluso tus propios sentimientos o tus propias sensaciones.
2. Hacerle caso a tu instinto conllevará respuestas:
Que puede que no te gusten o te hagan sentir incómodo. Cuando me planteé cambiar de trabajo, no fue de la noche a la mañana. Mis mecanismos de defensa llevaban activados un tiempo, respondiendo a mi pregunta de si tenía o no que cambiar, pero yo obviaba esas respuestas cada día, como si no fueran conmigo. Quizá porque escucharlas me obligaban a salir de mi zona cómoda, de todo aquello que, en ese momento, era seguro y conocido para mí.
3. Hacerle caso a tu instinto implica que no siempre te den la razón:
Muchas veces nuestro instinto nos hace sentir solos, porque somos los únicos que creemos en ello, que vemos el camino a seguir. Al fin y al cabo, es nuestra tripa la que habla, no la del vecino. Pero al final, eres tú el único que va a vivir tu vida, así que eres tú el que tiene que decidir. Las opiniones de los demás serán siempre bien recibidas, pero eres tú y sólo tú el que tiene que tomar las decisiones.
4. Hacerle caso a tu instinto no implica ser un inconsciente:
Espero que no te tomes este post de forma literal y a la primera de cambio que creas que tu tripa te dice que tienes que hacer algo, lo hagas. Seguir a nuestro instinto implica cierta reflexión, desde el punto y hora que tienes que preguntarte cosas. Nuestro instinto humano no es igual al de los animales, por ejemplo. Nosotros podemos razonar, pedir opiniones, valorar todas las posibilidades, tener en cuenta todos los riesgos y también, por qué no, analizar lo que sentimos, aunque cueste. Ir de kamikaze por la vida es de idiotas. No seas idiota.
Y ahora que sabes todo esto, piensa en el camino que has tomado, en el que te encuentras ahora: ¿qué te dice tu tripa?