Revista Cultura y Ocio
Desde hace casi cuatro años trabajo en el lugar donde quedan presos los sueños, es decir, en un centro penitenciario. Allí tengo la oportunidad de enseñar a jóvenes y mayores, ricos y pobres, aunque con un denominador común: la delincuencia. Miles de presos visitan los gélidos muros de soledad que recorren las paredes de nuestras prisiones que se cuentan por miles cada año: ¡unos 60.000! Una cifra que, para lo población que tenemos en España, es escandalosa. Delitos que proliferan como la espuma, principalmente por la falta de valores y carencias educativas. ¿Será que algo estamos haciendo mal? Sin embargo, no quiero caer en un derrotismo que no lleva a nada, sino a una reflexión para aportar un poco de luz a este país completamente fracturado y sangrante por todos los costados. Cuando uno sube a una piragua, llamémosle país, o remamos todos a comparsa y al mismo sentido, o lo único que haremos será dar vueltas sin movernos del sitio. Un gasto de energía, llamémosle dinero, completamente inútil e infructífero. Si encima comienzas una batalla campal en la piragua, lo más probable es que todos nos hundamos. Entonces, ¿qué necesitamos para restablecer el orden, eliminar el odio y la corrupción? La respuesta es simple: educación e igualdad de derechos en toda la piragua para no alterar los ánimos. Si ponemos fronteras dentro de nuestro propio país, ¿qué esperamos? Las fronteras dividen y crean desigualdades; en el momento que se quiten, volverá la igualdad. España necesita invertir en educación. Un país con educación es un territorio próspero, pacífico, honesto. ¿Puede el hombre ser honesto? En Japón sí lo son. Si van a un estadio de fútbol y al concluir queda manchada la zona donde han estado, todos ellos se quedarán a limpiarla. ¡Eso en España es impensable! Invertir en educación es invertir en prosperidad, en tecnología, aquellos que lo han hecho son países punteros y pacíficos. Ello es inversamente proporcional a los países que carecen de educación, quienes están inmersos en guerras y pobreza. En España se necesita una ley de educación consensuada, alejada de todo color político, donde al maestro y al profesor se les dé el estatus que merecen, porque en España da pavor dar clase en un instituto, donde el respeto brilla por su ausencia e impartir clase se convierte en una odisea. Esa falta de respeto se traduce en delincuencia y en una carencia de valores fácilmente detectable con tan solo mirar las calles llenas de porquería, porque alargar la mano para echar un papel a la papelera es un esfuerzo titánico, pudiéndola tirarla al suelo para que los barrenderos la recojan. Y si eres capaz de atravesar la calle sin pisar una caca de perro, puedes ponerte una medalla, porque el dueño no se va a agachar para recoger esa guarrada, ¿verdad? También juega un rol importantísimo en la educación los medios de comunicación, quienes ejercen gran influencia en la población. Desgraciadamente su influencia es extremadamente negativa y nociva, prueba de ello son los noticieros basados en difundir lo peor de lo que es capaz el ser humano. Es un escaparate de ideas perversas que provoca que otros imiten esas conductas, dado que lo anormal lo convierten en normal. Así, por ejemplo, cuando la manada violó en grupo a una chica en Pamplona, tras darle bombo y platillo y hacer famosos a unos descerebrados han proliferado este tipo de violaciones. Y así podría enumerar cientos de delitos que proliferan gracias a los medios de comunicación, quienes enseñan todo lo negativo que el hombre puede realizar cuyo resultado es la imitación. ¿Cómo es posible que un niño esté cansado de ver asesinatos a su corta edad con películas y dibujos que solo muestran violencia? ¿Qué les estamos ofreciendo? ¿Es ese el mundo que queremos para nuestros hijos? Si queremos vaciar las cárceles, en lugar de dar malas noticias, ¿por qué no se centran en reportar las buenas acciones de quienes trabajamos honestamente por construir un mundo mejor? Muchos verían nuevos modelos a imitar y el mundo cambiaría. ¡Ese es el periodismo que debemos promulgar! ¡Busquemos a los verdaderos héroes! Periodistas y políticos, apoyen y fomenten la educación, la lectura y no la discordia, porque es nuestra responsabilidad ofrecer un mundo mejor a los que nos preceden y rendir honor a quienes lucharon por alcanzar los derechos que ahora tenemos. Seamos como gotitas de agua en el desierto, porque muchas gotas de agua forman un oasis donde poder refrescarse y saciar la sedAntonio Gargallo Gilwww.antoniogargallo.com