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Cómo sacarle más provecho a cada día

Por Lorena White @lorenagwhite

Creo sinceramente que la clave de vivir los días y aprovecharlos al máximo, es vivirlos intensamente y siendo plenamente conscientes de ello. No siempre, entre la rutina del día a día, los atascos, el estrés del trabajo o las tareas por hacer que se acumulan en casa, nos da tiempo a detenernos y ver que tenemos suerte de estar aquí, e incluso de que hoy haga un día de mierda fuera y tener un techo al que volver al final del día, en el que encontrarnos con gente que nos quiere y en la que podemos refugiarnos a pesar de todo lo malo.

Simplemente no lo vemos.

Es probable, claro, que intentar ser un poco más conscientes de la suerte que tenemos y sobre todo, de mostrar más gratitud en la vida, no sea suficiente para exprimir los días. De hecho, no lo es. Pero sin duda, es un buen punto en el que empezar.

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¿Estás dándole a tu día de hoy la importancia que se merece? ¿O simplemente estás ahí, viéndolo pasar como si fueras un espectador, y lo único que vas a hacer va a ser esperar a que llegue mañana?

Pues se acabó. Levanta de ahí (bueno, si estás en clase o en el trabajo, procura tener una excusa. Lo mismo queda raro) y repítete a ti mismo (no hace falta que sea en voz alta): Hoy, como cada día de mi vida, cuenta.

¿Cuenta para qué? Pues para todo: para empezar a hacer lo que sea que quieras hacer, para impulsar tu talento, para ser más creativo… Elije la excusa, y yo te pongo los siguientes 7 tips para sacarle más provecho a cada día.

1. “Si hoy fuera el último día de mi vida, ¿querría hacer lo que voy a hacer hoy?”

Sí. Esto anterior lo dijo Steve Jobs hace algunos años y es una de las frases por las que más se le recuerda. Le seguía algo así: “Si la respuesta es NO durante demasiados días seguidos, sé que necesito cambiar algo”.

Efectivamente. Si hay algo en tu vida, a lo que le dedicas la mayor parte de las horas de tu día y crees que debes cambiarlo porque, en fin, ni aún así te llena, te motiva o sientes que forme parte de ti, simplemente hazlo. (Créeme, te habla quien ha cambiado de trabajo hace una semana).

2. Haz algo que sirva para que otros mejoren sus vidas:

Desde que escribo este blog, me gusta la sensación de saber que ahí, al otro lado, estás tú. Lamentablemente, no tengo ni tiempo material ni dinero para hacer todo lo que me gustaría hacer y que eso repercutiera en la vida de otras personas, sin embargo, creo que escribir aquí es mi pequeño aporte.

Tengo la firme convicción de que decir que no somos nadie o que no podemos hacer nada porque este mundo cambie a mejor, es simplemente una excusa. Y también creo que, a base de pequeños cambios que causen pequeños efectos en las vidas de los demás, se puede generar una cadena que vaya mucho más allá de lo que inicialmente pensamos.

3. Sé optimista:

Estoy bastante harta de que se culpe a la gente optimista simplemente por serlo. Me considero una persona optimista, y no por ello soy menos consciente de las atrocidades que pasan en el mundo, de las penurias que pasan las personas o de las cosas malas que me han podido pasar a mí o a gente cercana a mí. Sin embargo, creo que ser optimista es lo único que se puede ser hoy en día, porque ser el resto de cosas no es nada productivo.

Así que, inténtalo, empieza a ver el lado bueno de las cosas, empieza a levantarte con más fuerza de cada caída y a coger impulso cuando te sientas en desventaja o desanimado. Tu día cambiará.

4. No esperes a “algún día”:

Otra de las mejores excusas que ha inventado el ser humano es decir que algún día empezará a hacer aquello que quiere hacer o algún día le llegará (no sé cómo, si llovido del cielo con esta tormenta o qué) aquello que desea. Sin embargo, ese “algún día”, totalmente indeterminado o indefinido, no deja nada claro qué día en concreto vas a empezar.

Es sencillo: coge un calendario y deja de esperar a que las cosas pasen. Fíjate una fecha límite para conseguir tus pequeñas grandes metas y destierra ese “algún día” de tu vocabulario.

5. Menos perfeccionista, más productivo:

El perfeccionismo es algo que, casi siempre, todo el mundo califica como defecto. Por ejemplo: “Tengo el defecto de que soy muy perfeccionista”. Vale, pues entonces no lo seas. Está bien querer hacer las cosas bien y está bien querer que todo esté lo mejor que pueda estar, pero te voy a confesar algo, un spoiler gigante, del tamaño de una catedral, ¿lo quieres saber? ¿Ahí va?

Nunca estará suficientemente perfecto.

Así que cambia la palabra “perfeccionismo” por “productividad”. Y recuerda: HECHO (y con “hecho” me refiero a acabado, pulido, finito y correcto) es mejor que PERFECTO.

6. Vive el presente:

Las personas nos pasamos la mitad de nuestra vida preocupadas por nuestro futuro y la otra mitad anhelando haber aprovechado mejor el pasado. Sin embargo, la única manera que tenemos de conseguir no anhelarlo, es vivir el presente en cada etapa de nuestra vida. Lo que hablábamos antes: estás aquí hoy, 12 de mayo de 2016. No habrá ningún 12 de mayo de 2016 más en tu vida, así que aprovéchalo.

7. ¿Nuevos retos? Yo digo ¡SÍ!

Soy una persona especialmente miedica. Aquí escribo como muy echada para adelante, pero es precisamente porque a las personas especialmente miedicas, la vida nos enseña que con el miedo no puedes ir a ningún sitio. Y en el momento en el que te cruzas con algún espabilado que te demuestra hasta dónde ha llegado por no tener miedo (o mejor dicho, por tenerlo y no hacerle caso), te das cuenta de que tú eres tan capaz como él y tan válido como él.

Y te lanzas. Y lo haces. Y después lo consigues.

Y al final, lo que pasa con esto de asumir nuevos retos, es que crea adicción.


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