Los seres humanos del Paleolítico paliaban las duras condiciones de esta etapa aprovechando los recursos disponibles al máximo, como la grasa del hueso de un animal para aumentar la durabilidad de los fuegos y así economizar el desgaste de madera, según una investigación en la que participa la Universidad Complutense de Madrid.
Los huesos analizados, cuyos resultados recoge Archaeological and Anthropological Science, datan del Gravetiense, una fase del Paleolítico Superior de hace aproximadamente 25.000 años y se localizan en el yacimiento de Coímbre (Asturias), cercano a los Picos de Europa.
Durante el Paleolítico, los huesos animales se utilizaron para fabricar herramientas, representaciones artísticas y, como es este caso, como combustible, aprovechando la ventaja de su durabilidad y convirtiéndolo en sustitutivo de la madera, que por entonces escaseaba en el entorno.
Huesos a concienciaEl científico de la UCM explica que la peculiaridad de este descubrimiento es que, mientras en otros emplazamientos como la cueva de El Esquilleu (Cantabria), donde el mismo equipo descubrió que los neandertales echaban al fuego el esqueleto completo del animal sin preferencias específicas, en el caso de Coímbre los restos hallados contienen más grasa y parecen haber sido elegidos a conciencia, aprovechando aquellos que aumentarían más la durabilidad del fuego.
Entre los restos óseos identificados en la cueva se encuentran elementos axiales -costillas o vértebras- y las epífisis (extremos) de los huesos largos de animales grandes tipo uro-bisonte.
"Estos huesos, al tener tejido esponjoso, son ricos almacenes de grasas y, por tanto, son mejores combustibles que los que no lo tienen", explica Yravedra.Para llevar a cabo este trabajo, relata el investigador, en primer lugar se estudió el material faunístico del yacimiento y después el estado de carbonización y calcinación de los huesos hallados.
"Mediante diferentes experimentos vimos la viabilidad del hueso como posible combustible complementario de la madera, de modo que fuegos sin hueso asociado duraban una cantidad de tiempo determinado, y si incorporábamos hueso, se duplicaba su durabilidad, aunque no su temperatura", añade.
Además de la UCM, en este estudio han participado la UNED, la Universidad del País Vasco, el Museo Nacional de Ciencias Naturales del CSIC y la Sociedad de Ciencias Aranzadi.