En el post anterior analizábamos cómo a pesar de las quejas del sector, la prensa escrita tenía un enemigo interno, y este era la mediocridad: malos contenidos, noticias póstumas y no contrastadas... Internet obliga a hacer cambios a la hora de entender el negocio, obliga a cambiar la perspectiva, pero el nicho de mercado de la información está ahí, y hay que saber explotarlo. Hasta tal punto es una falacia que internet mate al periódico que hemos visto aparecer en los últimos tiempos diversos medios que nunca han estado presentes en papel.
Pues podríamos establecer un paralelismo entre lo que le ha ocurrido a la prensa escrita con lo que le está ocurriendo a otras "industrias culturales", como el cine o el mundo del libro. Comencemos por mercado editorial, que esta semana está de luto por el anuncio de Olvido Hormigos de publicar su primera novela. Y lo hará nada menos que con RBA. El mismo luto que el mundo de la cultura debió guardar cuando Belén Esteban publicó Ambiciones y reflexiones con editorial Espasa. En este caso, y comprobada la capacidad semántica de la "autora", parece quedar patente que la ex- del torero se limitó a prestar su imagen para la foto de portada. Y nos queda un tercer as en la manga: Ana Rosa Quintana. Siendo periodista, podríamos habernos creído que Sabor a hiel, publicada por editorial Planeta en el año 2000 era obra suya. Sin embargo. algunos párrafos de la novela habían sido copiados de la obra Álbum de familia de Danielle Steel y de de Mujeres de ojos grandes, obra de la autora mexicana Ángeles Mastretta. En un comunicado público, responsabilizó de lo sucedido a un estrecho colaborador, el periodista David Rojo. En otras palabras: plagio y uso de negros en un solo libro.
Si RBA, Espasa y Planeta se prestan a juegos casposos e invierten en obras de este calibre, resulta antiético e inmoral que critiquen que internet está matando la cultura, porque lo suyo no es cultura. Hay un divorcio entre la industria cultural y la cultura. La industria vende libros vacíos de contenido con fotos de vedettes del mal gusto. La cultura pierde sus canales clásicos de difusión. Por lo tanto una y otra tendrán que reinventarse, pero hacer un ejercicio de sinceridad y aclarar en qué bando juegan. alfonsovazquez.comciberantropólogo