Bien vale la pena entonces recordar que la vergüenza inhibidora se cura, y que existe un camino para ello.
INDAGACIÓN PERSONAL
A título de resumen se presentan a continuación los aspectos más significativos de la vergüenza encauzados ahora hacia la exploración personal. De modo que si usted padece esta emoción le propongo la siguiente tarea:
Imagen: pixabay
Observe cuál es la escena (real o imaginaria) que le produce vergüenza. Trate de describirla con la mayor precisión posible. Como si completara la siguiente frase:
- a) «Lo que a mí me avergüenza es»: (cantar, bailar, ser el centro en una reunión, y que mientras lo hago me muestre torpe, desafine, me olvide la letra, diga algo «inapropiado», etc.). Las situaciones posibles son múltlipes, repare en cuál es SU escena de vergüenza.
- b) «Y que quienes están conmigo reaccionen sintiendo, pensando o haciendo….»
Esa reacción imaginada de los otros caracterizará cómo es su avergonzador externo. Una vez que descubra cuál es el perfil de su avergonzador externo, observe si reconoce en usted algún aspecto propio que se dice lo mismo o algo equivalente, es decir, cómo es la voz de su avergonzador interior. («¡Mira el ridículo que has hecho, qué torpe eres, no mereces el afecto de nadie, mejor desaparece!, etc.) ¿Es la voz de mi madre? ¿de mi padre, de mis hermanos? ¿puedo identificar esa voz? ¿quien me hablaba así de pequeño/a?
Lograr identificar al avergonzador interno es muy importante, porque se trata de la puerta de entrada que permite ingresar en la «fábrica personal» de la vergüenza. Cuando ha conseguido identificar esa voz interior, imagine que usted es, por unos instantes, el avergonzado y que puede hablarle a esa voz interna que lo avergüenza.
Dile a tu avergonzador interior…
- a) «Lo que siento cuando me hablas de ese modo es…»
- b) «La parte de razón que tienes en lo que me dices es…»
- c) «El modo en que necesito que me hables y me digas los errores que cometo para poder sentirme ayudado en lugar de avergonzado por ti, es…»
Trate de describirlo con la mayor claridad y amplitud que pueda, porque mientras lo haga activará otra alternativa interior, generalmente no experimentada ni utilizada.
Continúe el diálogo avergonzador-avergonzado todo el tiempo necesario hasta que ambos alcancen, por comprensión y crecimiento, el registro de que son funciones complementarias y por lo tanto miembros solidarios del mismo equipo.
Cuando esa actitud interior está establecida uno se halla en mejores condiciones de enfrentar las inevitables escenas de vergüenza que inesperadamente se pueden presentar en la vida cotidiana.
Estar en mejores condiciones significa que uno puede asumir con mejor naturalidad el deseo de gustar y ser valorado y puede reconocer también que en el curso de cualquier acción puede cometer errores o torpezas de distinto calibre, hasta las más inesperadas e incluso desopilantes.
En la medida en que se alcanza esa plataforma psicológica básica queda más transitable el camino de la desidentificación: Cuando uno comete ese error tan temido puede percibir con relativa rapidez que «me ocurrió eso pero no soy eso».
Y desde la totalidad más vasta que siento que soy puedo mirar a quien le ha ocurrido eso. En última instancia, podré mirarlo con la misma calidad amorosa y asistencial que haya alcanzado la relación avergonzador-avergonzado interior. Y si es sufi-ciente y satisfactoria podré encontrar los rasgos simpáticos de ese suceso y compartirlos. Mientras lo hago, esa escena tan temida dejará poco a poco de ser la catástrofe que desorganiza para convertirse en un momento más, que, después de un tiempo razonable, permita pasar al próximo, mientras recupero mi integridad y quedo disponible para acompañar ese fluir.
Autor Norberto Levy
Más información de este tema en: sabervivirmejor.com/2016/11/03/como-se-cura-la-verguenza/