OCHO MINUTOS ANTES DE MORIR
data: http://www.imdb.com/title/tt0945513
Hace casi un par de años, comentamos el hallazgo de “Moon” (http://libretachatarra.blogspot.com/2009/11/2001-en-2009.html), la ópera prima de Duncan Jones, la producción de cine independiente de ciencia ficción. Con US$5 millones, migajas para la industria hollywoodense, había logrado una pequeña obra maestra.
Un par de años después, reemprende el camino, con otra obra de ciencia ficción austera. “Ocho minutos antes de morir” es una inteligente especulación sobre realidades alternativas. Así cómo en “Moon”, el protagonista se preguntaba quién era, acá la pregunta es dónde estoy. Ya no dudamos que somos lo que somos: dudamos de la realidad en la que estamos. Es cierto: el final nos deja picando la duda de una cadena infinita de realidades anidadas, la impresión de que no sabemos en qué nivel de la cadena estamos ni cuándo cayó la primera ficha del dominó.
“Ocho minutos…” empieza con Colter, su protagonista, despertando en un tren. Frente a él, una bella joven (la generadora espontánea de babita Michelle Monaghan), le habla cómo si lo conociera y lo llama con otro nombre. Colter no entiende nada. Vaga por el tren, mira su documentación y todo dice que es quién no dice ser. De pronto, un estallido y Colter despierta en el interior de una cápsula. Una pantalla de televisión y la cara de una oficial militar, Goodwin (la no menos babitógena, Vera Farmiga) quien lo intima a averiguar quién puso la bomba. Tras un momento de confusión, Colter es informado que está en un experimento, conectando mentalmente con un hombre que ha muerto esa misma mañana en un atentado terrorista en un tren. Y que él ha vuelto, una y otra vez, a los últimos ocho minutos de vida de ese hombre, para que desde esa ventana supérstite pueda averiguar quién fue el hombre que puso la bomba.
“Ocho minutos...” es un juego de cajas chinas. Cada segmento, cada repetición de los últimos ocho minutos de vida de los pasajeros del tren, aporta un dato más en la situación de Colter. Quién es, qué hace, por qué está ahí. Lo único que recuerda es que un soldado en Afganistán con su pelotón. Pero ahora no sabe porqué está ahí y cuándo aceptó esa misión. Cada ida, cada repetición, al lapso de ocho minutos, resetea la trama y agrega un nuevo dato, una pieza más del rompecabezas.
Como en “Moon”, Duncan Jones trabaja con una historia mínima. El guión de Ben Ripley pivotea en tres locaciones: la cápsula, el tren, el centro de mando. Hay algunos exteriores, un par de escenas en una estación, la escena final. Pero básicamente, en tres locaciones se resuelve todo. Duncan Jones extrae aceite de las piedras y logra mantener el suspenso con muy poco (en apariencia, con muy poco).
Actoralmente, el peso de la película lo lleva Jake Gyllenhaal y Vera Farmiga. Exigidos por el primer plano, salen por demás airosos.
En suma: anoten la película y anoten al director. Una es una realidad, el otro una promesa para seguir de cerca. Mañana, las mejores frases.