Hasta el momento en que los niños comienzan a expresarse con claridad, es muy complicado que entendamos que les pasa por la cabeza y mucho menos sus propios sentimientos. Cuando hablamos de música en los niños, hacemos referencia tanto a la capacidad que se tiene a cada edad para aprender a tocar un instrumento así como de las emociones que traspasa la música a los niños. Hoy vamos a hablar de una forma muy general sobre la relación que tienen los niños en sus diferentes etapas de la vida.
La música.
La música es algo complicado de definir. Según la definición, “Es la forma coherente y con sentimiento de ordenar una serie de sonidos y silencios.” Algo muy interesante, ya que lo que es música para unos es ruido para otros. ¿Cómo adquirimos nuestros gustos musicales? ¿Nos gusta a todos lo mismo cuando somos niños? ¿Tendrán las mismas sensaciones los niños?. Son algunas de las preguntas que primero se me vienen a la cabeza cuando pienso en la música en los niños.
Es evidente que en algunos aspectos, los niños sentirán la música de una forma muy similar a los adultos. Aunque como todo la experiencia cuenta en la forma de ver las cosas, el mundo y por supuesto de entender la música.
La primera diferencia la encontramos, en los sentimientos que despierta una canción concreta. La música tiene el mayor poder de la nemotecnia. Hay estudios que defienden que una canción, puede evocarnos más recuerdos que una foto. Con lo que cuando escuchamos una canción o un tipo de música, lo que esta haciendo nuestro cerebro, es regresar a un momento vivido. Lo que supondrá que nadie sea capaz de apreciar la música como los demás. Tanto niños como adultos, tenemos nuestra propia huella dactilar en nuestros sentimientos musicales.
¿Cuando se despierta el instinto musical en los niños?
Los especialistas ya nos recomiendan que empleemos música durante nuestro embarazo, como ya hablábamos en un artículo anterior. La música está considerada una de las mejores terapias, capaz de mejorar un gran número de aspectos tanto a nivel psicológico como físico. Además de pensarse que es ideal para potenciar la inteligencia de los niños. Desde luego es una de las mejores actividades que puede realizar un niño.
Esto nos indica que desde el mismo nacimiento, los niños son sensibles a la música. Aunque cada uno tenga marcado algo genéticamente, será su curiosidad y su entorno los que de verdad marquen el futuro del niño, sus gustos y pasiones. Debemos ser nosotros los que nos molestemos de ayudar al niño a buscar su camino musical.
Sus primeros pinitos con la música.
Vamos a ver las diferentes fases que van viviendo los bebés, hasta que de verdad son capaces de entender la música. Como ya decíamos, es bueno que durante el embarazo, pongamos algo de música al bebé. Aunque si no lo hemos hecho no pasa nada. La música puede relajar al bebé. Y tendremos diferentes estilos según la actividad que realice el bebé. Así por ejemplo para dormir le pondremos música relajante, y cuando esté jugando algo más animado. Para conseguir que la música trasmita su espíritu al bebé.
Lo primero que los bebés de verdad escuchan, es la voz de mamá y de papá. El resto lo desprecian, son ruidos y sonidos. Aunque no la escuchan igual, si que son capaces de diferenciar entre músicas sobre todo su ritmo y lo que trasmite. Por lo general, suelen prestar más atención a las voces sin un ritmo marcado. Y será a partir de los 4 meses que los niños comenzarán a prestar más atención a la música. Seguro que en más de una ocasión has visto a tu niño girar la cabeza hacia donde tenemos el equipo de música. Esperando encontrarse algo más.
La siguiente fase, será la de hacer ellos su propia música. A través de los golpes. Cuando golpean un juguete repetidamente, el niño se centrará en los movimientos del juguete, pero también estará escuchando el sonido que desprende y el ritmo al que va según golpea más rápido o más lento.
Los especialistas, recomiendan que para comenzar con un instrumento, debemos esperar a que el niño tenga los 4 años de edad. Aunque hasta esa edad, existen un gran numero de cursos o mejor dicho talleres, en los que el niño puede acercarse a la música y vaya aprendiendo siempre como un juego divertido. Sin pretender objetivos, tan solo disfrutar.