El acoso escolar es un problema presente en nuestra sociedad que deriva en fuertes trastornos psicológicos. La descripción exacta de este problema la hizo Olweus en 1993, definiendo el acoso escolar como “conducta de persecución física o psicológica que realiza el alumno contra otro. Esta acción negativa e intencionada sitúa al acosado en una situación de la que es difícil salir por los propios medios.”
Según un estudio realizado por el antropólogo Joan Merino González (pdf), para que pueda hablarse de acoso deben darse una serie de circunstancias que involucran al afectado: que se sienta intimidado, excluido, que sienta al acosador como alguien más fuerte y superior.
Además, en lo que se refiere al acosador, un estudio realizado por la Comunidad de Madrid, “Conviven 2006″, arroja a la luz que el acosador también se ve afectado debido a que asume este rol como parte de su vida, generando problemas en futuras relaciones a lo largo de su vida.
El tipo de bullying varía atendiendo al sexo:
-Chicos: sufren un acoso físico mayor como son golpes, patadas, empujones, etc.
-Chicas: sufren un acoso psicológico mayor como es el aislamiento social, rumores, etc.
Todo esto tiene unas graves consecuencias en las personas que se ven afectadas, tales como ansiedad, depresión, baja autoestima y disminución del rendimiento escolar. De este modo, se causa un gran trastorno psicológico.
Al acoso escolar tradicional se le une la tendencia, cada vez mayor, del ciberbullying. La causa principal por la que el ciberbullying se ha extendido es por el mal uso de las redes sociales. Cada vez son más las personas que sufren ciberacoso.
El problema principal de todo lo expuesto es encontrar una solución, con la que el afectado pueda salir del bucle del bullying y volver a retomar su vida normal. Es muy difícil que el acosado reconozca el problema o intente buscar ayuda, ya que llega a asumir el bullying como algo que forma parte de su vida.
Es aquí dónde el papel de las personas que forman el entorno más cercano del estudiante, es clave. No es muy difícil detectar este tipo de problemas debido a la actitud que muestra el afectado. Es responsabilidad de la familia establecer una buena comunicación y relación de confianza. Sin embargo es poca la atención que se le presta al problema, así lo afirma EsRadioDigital en su artículo sobre el tema.
De este modo la responsabilidad de estas personas es mostrar al joven el apoyo necesario para hacerle ver que es una situación que debe ser superada. Para ello es vital acudir a un buen psicólogo, ya que aportará un tratamiento progresivo de superación, con el que el afectado podrá ir resolviendo paulatinamente el problema.
A parte de todo lo expuesto, está claro que para resolver este problema desde una visión general, es importante la colaboración de todos los grupos que se ven involucrados, como son el centro escolar, los alumnos, la comunidad, etc. Según un estudio realizado por las universidades de Valladolid, Jaén y Granada (pdf), deben tomarse medidas específicas, medibles, con las que el problema pueda verse solucionado de manera progresiva. Los problemas antibullying deberían cumplir diferentes objetivos, entre ellos el de catalizar las distintas iniciativas y compromisos del profesorado, alumnado y familias en la comunidad educativa.