En mi última visita al cementerio del Montjuic encontré la tumba de dos hermanas: murieron a los 98 y a los 104 años. A pocos metros de distancia había una tumba de una chica que murió a los 36 años. Ambos datos encajan con la esperanza de vida de 78 años en España. Matemáticamente encajan, aunque emocionalmente sorprenden.
¿Vivir para el hoy o para el futuro?
Si sabes que te vas a morir a los 36 años, más vale que aproveches cada momento al máximo. Si sabes que llegarás a los 104, a lo mejor te puedes permitir ir con un poco más de calma. La realidad es que no tienes ni idea. Quizás mueres mañana, quizás te quedan otros 60 años. Y probablemente estás intentando ignorar la cuestión.
Aunque, en realidad no es ninguna cuestión. Morirás, sí o sí. Y tú eres la única persona que puede decidir cómo aprovechar el tiempo que tienes aquí en la tierra. Ahora te toca definir qué es aprovechar para ti.
Aprovechar el ahora para el futuro?
Según la RAE, aprovechar significa “emplear útilmente algo”. Puedes, debes vivir en el ahora. No sabes si te quedan 50 años o 50 segundos. Vale destacar una sutil diferencia: es importante vivir en el momento, no necesariamente para ese momento. Si todavía te queda tiempo para cumplir tus objetivos y tus sueños no aprovechar este momento sería un desperdicio.
Vivir el momento sin proyección de futuro es lo mismo que esperar a morir. Si cada día es igual que el anterior, si no tienes una dirección, un reto por delante, ¿cómo sabes que estás vivo? Si no has definido pequeños hitos a lo largo del camino ¿cómo sabes que estás avanzando?
Aprovecha el hoy, porque quizás no hay mañana. ¿Y si lo hay?
No me convence el consejo tan popular del “vivir el momento, porque te vas a morir”. Demasiadas veces se utiliza para justificar decisiones que perjudican tu mañana. Si el placer del momento es más importante que la planificación a largo plazo, el mañana se podrá convertir en algo indeseado.
Vuelvo a lo mismo: para poder aprovechar el hoy tienes que tener una idea remota de dónde quieres estar mañana. Si no sabes cuál es tu misión de vida, cómo vas a poder tomar decisiones en el hoy.
Ojo, misiones de vida hay muchas. Visitar todos los países del mundo, erradicar el cancer, crear una vida profesional que me permita educar mis hijos en casa, convertirme en el mejor músico del país, dedicar mis tiempo libre a la asociación x, … todo el mundo es libre de crear su norte.
Es posible que no consigas llegar al destino final, o quizás ni siquiera existe este destino de forma fija. Aún así, un norte te ayuda a aprovechar el hoy sabiendo que seguirás aprovechando también el mañana.
Saliendo del camino de rosas
No te voy a engañar: tener una misión no siempre es un camino de rosas. De hecho hay trechos (y puede ser largas) en las que tienes la impresión de que no estás avanzando nada de nada. Es fácil abandonar tus intentos y volver al dulce y exclusivo “vivir el hoy”. Quién sabe, a lo mejor te mueres mañana y no tienes que vivir con las consecuencias.
La otra opción es aceptar que para ser feliz es necesario conocer el aburrimiento, el dolor y la frustración. Las emociones positivas depende de la contraposición de las emociones negativas. Y curiosamente, la felicidad y esta sensación maravillosa de haber triunfado depende de que hayas conquistado alguna dificultad. Si todos tus antojos se satisfacen al momento, tu vida pronto te parecerá demasiado monótono: es esperar a morir en una jaula dorada sin poder desplegar las alas jamás.
La vida no siempre es fácil. Te tropezarás con obstáculos. Conocerás el dolor. Te traicionarán. Te frustrarás. Y habrá días en las que te gustaría rellenar una hoja de reclamación para el universo para que te haga caso aunque sea un poquito.
Estas son tus oportunidades de crecimiento: aceptando lo que no puedes cambiar puedes volcar tu energía en las cosas que están a tu alcance. Puedes decidir de dejar las quejas y los rencores atrás, perdonar, pasar página y seguir tu camino sin rencores.
La vida no es un camino de rosas. Pero los cactus también tienen su encanto.
Como si muero mañana como si muero dentro de 70 años
No quiero vivir el hoy como si no hubiera mañana. Quiero vivir el día de hoy de forma que no importa si me muero mañana o dentro de 70 años.
Si hoy no me apetece escribir, haré el esfuerzo para poner mis reflexiones sobre el papel. Así cumpliré con mi meta de publicar un artículo hoy… lo que encaja con mi plan estratégico a largo plazo.
Si hoy me he enfadado con mi hermano, iré a correr para calmarme antes de decidir si vale la pena insistir y resolver la situación o si sería un desperdicio de energía… y mañana estaré más tranquila si simplemente lo dejo pasar.
Si hoy tengo un montón de tareas pendientes, utilizaré todas las tácticas de productividad a mi alcance para priorizar y resolver estas tareas,… y me pondré una hora fija para terminar el día y relajarme.
Podría no escribir, discutir, e ignorar las tareas pendientes para “aprovechar” una “oportunidad” de hacer otra cosa más atractiva (un evento de networking, unos videos de gatitos en youtube). El placer inmediato me proporcionará unos momentos de felicidad sin grandes esfuerzos. Porque, ya sabes, quizás no hay mañana.
Y quizás sí que haya un mañana.
Así que la pregunta de hoy es: ¿cuáles son tus prioridades de hoy, tomando en cuenta que quizás sí estarás aquí dentro de 10, 15 o 30 años?