La historia muestra que las madres han trabajado siempre, pero la sumatoria de maternidad y trabajo son un campo de reflexión minado de contradicciones. Es posible que estas contradicciones surjan, como suele suceder la mayoría de las veces, por pautas culturales que, sobre todo en los inicios del siglo XX, promovieron la visión de que una buena mujer era aquella que se quedaba en la casa a cuidar a sus hijos y no aquella que los abandonaba en búsqueda de una gratificación personal −no es el caso de las mujeres cuya situación económica era tan devastadora que tornaba imprescindible la necesidad de dejar la casa en busca de un trabajo para solventar el sustento económico
Queda claro entonces que cada vez que le preguntamos a una mujer qué hará con su futuro laboral, la estamos sometiendo a una respuesta difícil, emocional y conflictiva, e indefectiblemente −y quizá de modo irresponsable− caeremos en la sencilla tentación de juzgar la respuesta que recibiremos.
La mayoría de las mamás que conozco no queremos dejar de trabajar ni podemos darnos el lujo de dejar de hacerlo. Por ende, es fundamental pensar en cómo lidiar con una maternidad presente y un trabajo que nos dignifique. En mi caso, yo venía desde hacía mucho tiempo planeando mi Plan Maternal. Por eso, antes de empezar a buscar un bebé, ya sabía que quería disponer de mi tiempo lo más posible. Armé mi propio emprendimiento con una socia-amiga, lo que me permite organizar de manera más creativa los horarios de trabajo. También logré que la mayoría de mis clientes entendieran que rindo igual o más, aunque sea madre y aunque lleve a mi bebé conmigo a algún evento o reunión. Cuenta Nuria Docampo Feijóo
Admitamos que algunas mujeres disfrutan más de su trabajo que de estar todo el día con sus hijos, lo que no es ni más ni menos que una elección muy respetable y, por qué no, comprensible. Las decisiones, además, nunca suelen ser para toda la vida, sino que se van modificando con el pasar del tiempo y, muchas veces, tenemos o podemos revisarlas, por obligación u elección.
No es lo mismo tener un hijo, que dos o tres, y esto suele marcar algunas diferencias. Algunas mujeres quedan embarazadas durante el curso de sus estudios y una vez logrado el objetivo de un título o de alguna habilidad, que pueda ser remunerativa, deciden comenzar o volver al trabajo. Además, no siempre se hace lo que se debe sino que muchas veces tan solo lo que se puede.
En la misma dirección, las decisiones no siempre se toman en base a los gustos propios sino pensando en los hijos, en la pareja, en la familia, en el futuro. Erróneamente solemos pensar que el tren pasa una sola vez en la vida; la realidad es menos agobiante y el tren pasa con frecuencia y uno puede subirse y bajarse de él las veces que quiera. De ahí que en vez de plantear las situaciones como definitivas − “para siempre”− se puede optar por elecciones momentáneas −”por ahora” o “por un tiempo”.
Teniendo en cuenta la multiplicidad de roles que deberá desempeñar a lo largo del día, las mujeres viven con gran preocupación la vuelta al trabajo luego del nacimiento de su hijo. Además vuelve a aparecer una otra vez y de manera constante el sentimiento de culpa puesto que, por un lado, deberá separarse de su hijo o de sus hijos y, por otro, percibe que su capacidad de concentración –así como la intensidad y la efectividad laboral– se verán probablemente disminuidas. Cuando una mujer madre trabaja, es siempre madre. No se me ocurriría escribir la misma frase en el caso de un hombre.
Sin embargo, pauta cultural e historia no siempre se dan la mano. La mayoría de las mujeres siempre han trabajado y, en todo caso, muchas quisieran o hubieran querido trabajar y no lo han logrado.
Debe quedar claro entonces que mujer, niño y trabajo no son una combinación sencilla. Si comparamos a una madre con una mujer sin hijos veremos que esta última tiene más tiempo, más dinero, menos trabajo en su casa, menos dificultades para estudiar y una mejor aceptabilidad por parte de los empleadores. El imaginario del empleador supone que una madre faltará más días a su trabajo no solo por sus propias enfermedades sino por las de su hijo.
Lo único que se me ocurre decir por ahora es que si muchas lo han logrado, usted también podrá. Manejar el estrés que provoca esta situación es una de las llaves para ganarle a tanta desconfianza.
Por otro lado, me gustaría introducir un par de conceptos provocadores, que desarrollo en mi libro (1): los niños ganan más de lo que pierden cuando sus madres logran trabajar; y nunca como en la actualidad las madres han pasado tanto tiempo junto a sus hijos. Vale la pena parar y pensar.
La tentación de escaparle a la maternidad
Para algunas, volver al trabajo es una gran tentación, comparado con la hermosa pero solitaria tarea de los primeros meses del bebé. Para otras, una pesadilla ya que a veces la maternidad suele despertar sentimientos que estuvieron dormidos. Para algunas, una gran tentación… Salir corriendo, aparecer en el trabajo bañadas, vestidas, sin pantuflas, sin el pijama y con perfume de mujer…
Pensar en nuestro exigente, y nunca conforme jefe, o en aquella colega que suele adueñarse de nuestras ideas, nos resulta una grata compañía, comparado con la hermosa pero solitaria tarea de los primeros meses del bebé. Parece una promesa de esparcimiento, una vuelta a la racionalidad de nuestros pensamientos; más que un trabajo, una vacación. Parece una licencia de la licencia.
Sin embargo, para muchas mujeres, o incluso para aquellas que por momentos piensan que el trabajo es un salvavidas, la vuelta se aparece como una pesadilla ya que a veces la maternidad suele despertar sentimientos que siempre estuvieron dormidos y escondidos.
Así, pese al esfuerzo y al empeño que significa criar un bebé, se esté en pareja o no, hay mujeres que descubren nuevas capacidades, o en perspectiva, revisan su relación con el empleo que tenían, la labor que realizaban, y no se imaginan volviendo al trabajar. Al contrario, les parece una pesadilla. Si este es tu caso, lo mejor es aprovechar esa oleada interior de dudas y replanteos, tomarse un tiempo y decidir realmente lo mejor para cada uno, ya que seguramente será lo mejor para todos.
Por otra parte, la maternidad se puede compatibilizar con el trabajo; de no ser así, ninguna de las millones de mujeres que trabajan tendrían hijos. Lo importante es organizarse con tiempo y contar con alguna valiosa ayuda, previa elección cuidadosa.
Para saber qué es realmente lo que cada mamá quiere es necesario imaginar cómo será estar lejos de su hijo; también imaginarse lejos del trabajo habitual, o imaginarse trabajando y criando al bebé, es decir, tratando de hacer bien ambas cosas.
Es hora de jugar, probar y visualizar los posibles escenarios: imaginarse alejándose del bebé paulatinamente, y observando qué dice tu cuerpo y tu alma. También conviene darse una vuelta por el trabajo a ver qué sentimientos aparecen. Es importante darle relevancia a todas las emociones que aparezcan sin minimizarlas. Por el contrario, que se maximicen, porque en definitiva tendrás que atravesar esta nueva etapa junto con tu bebé, que se verá confinado a extrañarte, a esperarte, a aprender a vivir sin tu presencia muchas horas al día.
Luego de la tremenda experiencia de ser madre, es esperable estar confundida cuando se avecina una etapa de transición y de cambios. Esta etapa es un trampolín para reorientar esta vida nueva de una manera diferente. Volver a hacer lo mismo y a ser la misma ya no será posible.
Organizarse para volver al trabajo
Para las mamás que trabajan por su cuenta, la vuelta al trabajo puede resultar poco compleja ya que tienen la posibilidad de manejar sus horarios. Esto les da la posibilidad de mantener aquellas actividades que realizan, como hacer natación con el bebé, o seguir su clase de gimnasia, o continuar con el grupo de crianza.
Esto permite seguir viviendo el posparto de una manera natural, y acorde con las necesidades de cada mamá.
En el caso de las mujeres que trabajan en relación de dependencia donde los horarios son más estrictos y menos flexibles, es necesario tener en cuenta muchas cosas para estar bien organizadas, como la elección de las personas que cuidarán del bebé, por ejemplo, si ambas abuelas participarán del cuidado, o la cuidadosa elección del jardín maternal.
Si el bebé toma el pecho, se puede continuar con la lactancia y trabajar. Hay muchas maneras de hacerlo y, si se necesita ayuda adicional, expertas en lactancia podrán orientar a la mamá.
Además, existen especialistas en el plano de la psicoterapia que acompañan a madres y padres, a los que se les puede consultar, si la decisión de volver al trabajo se torna difícil.
Son muchas las posibilidades que existen para hacer las cosas lo mejor posible. Sería ideal tomar la situación como un paisaje que observamos mientras lo transitamos, en el que podemos elegir dónde ponernos, cómo caminarlo y que sea realmente lo más parecido a lo que nos dicte el corazón
Fuentes consultadas:
- entremujeres.com
- planetamama.com.ar
- revistaohlala.com