Hoy voy a comentar el tema de las subastas inversas. Algo a medio camino entre un timo o una estafa y un negocio perfectamente legal basado en la codicia de la gente. Aparentemente debe ser una gozada llevarse una casa por 131 euros o conseguir un coche por 17 euros o llevarse el último modelo de teléfono móvil por 57 céntimos. Pero la realidad es otra muy distinta: nuestras posibilidades de llevarnos esas gangas son infinitamente minúsculas. En el fondo, personalmente lo considero un engañabobos basado en la codicia humana porque cualquier producto que compremos en una subasta inversa nos lo llevaremos por haber tenido mucha suerte y porque otras personas han realizado pujas que, en total, pueden superar con creces diez, cien o mil veces su valor.
Dicho en otras palabras, la casa que nos hemos llevado por 131 euros, y que en realidad vale medio millón de euros, ha sido pagada en realidad por 10 millones de euros entre todos los participantes. El negocio es buenísimo para el ganador de la puja, el negocio también es maravilloso para la empresa que subastaba la casa, pero para los otros millones de participantes en la subasta el negocio es una ruina. Vamos, que solo ganan dos personas, el que se lleva la puja (que gana algo) y la empresa subastadora (que gana muchísimo) y todos los demás han sido relativamente estafados o timados por este sistema de subastas.
¿Qué es una subasta inversa?
Como el nombre sugiere, las subastas inversas son, en muchos sentidos lo opuesto de las subastas tradicionales. En una subasta tradicional, el vendedor ofrece algo y los posibles compradores compiten entre sí para la compra. Los compradores potenciales irán aumentando el precio hasta que no haya otro participante dispuesto a pujar más alto.
En una subasta inversa ocurre todo lo contrario, el ganador es el usuario que puja el precio mínimo por el producto, pero con una particularidad muy importante, siempre que sea un precio mínimo no repetido. Eso son las subastas inversas, donde gana la persona que hace la puja más baja y que, además, es única. Además, en las subastas inversas se cobra un dinero por el derecho a pujar y ese dinero que se cobra por cada puja es el alma del sistema para ganar ingentes cantidades dinero.
La subasta suele tener un tiempo de duración establecido y un reloj que descuenta segundo a segundo y que marca el tiempo que queda. Este tiempo siempre es visible. Pero el resto de la información permanece oculta.
Cuando una persona puja por un artículo introduce la cantidad en céntimos que quiere que conste como su puja mínima. Si esa puja es la mínima y además es única el sistema le avisará, pasando a ser el virtual ganador.
Si la puja no es la mínima o si ya había una puja por esa misma cantidad el sistema se lo indicará claramente con una pantalla para que pueda hacer otra puja diferente.
En el caso de que una persona haga una puja con el mismo valor que tenía la puja ganadora hasta ese momento, esa cantidad ya no será única, con lo que la siguiente cantidad única más baja pasará a ser el virtual ganador.
Cuando el reloj llegue a 0 segundos la opción de pujar desaparece y el usuario que tenía la puja más baja y mínima resultará ganador.
Generalmente, si no se ha llegado al número de pujas mínimas establecidas por el sistema, el contador de la subasta se incrementará 24 horas más (o un tiempo variable cada vez más pequeño), manteniendo todas las pujas y el ganador virtual hasta el momento.
¿Parece divertido y fácil, verdad? Efectivamente lo parece, pero sólo lo parece.
Imaginemos que 1000 personas pujan por 1 céntimo, 200 personas pujan por 2 céntimos, 1 persona puja por 3 céntimos, 400 personas pujan por 5 céntimos y 100 personas puja por 10 céntimos.
En total han participado 1701 personas (1000+200+1+400+100) pero sólo 1 persona se lleva lo que ha pujado por 3 céntimos, ya que es el precio mínimo no repetido. Dicho en otras palabras, 1700 personas se han quedado por el camino.
¿Dónde gana dinero la empresa subastadora?
La empresa subastadora se lleva dinero por cobrar por el derecho a pujar. Esa es la verdadera ganancia de la empresa, a la que le da igual por cuanto se venda al final el producto.
El precio del derecho a pujar puede ser variable para cada producto. Puede ser el coste de enviar un mensaje SMS o pueden obligarte a comprar opciones de puja que tienen un valor. Por ejemplo, el derecho a pujar por una casa puede ser de 100 euros y el derecho a pujar por un coche puede ser de 1 euro. Cada vez que haces una puja, te cobran ese euro o esos cien euros, pues es lo que vale el derecho a hacer cada puja que haces.
En el fondo es como comprar papeletas para una rifa. Cuantas más papeletas compres, más opciones tienes de llevarte el premio en la rifa. En el caso de las subastas inversas, cada papeleta sería el derecho de hacer una puja.
Por cada puja que realiza el usuario se le cobra el coste del derecho a realizar la puja que vendrá claramente especificado en cada una de las subastas. En el caso de realizar un rango de pujas es decir varias pujas, se cobrará el valor multiplicado por el número de pujas que incluya el rango marcado. Dicho coste podrá variar dependiendo del artículo.
Fíjate que la gran diferencia con otros sistemas de puja (como la típica de Ebay) es que tú pagas independientemente de que te lleves el artículo o no, por lo que las webs recaudan muchísimo dinero. En Ebay solamente paga uno, el que más ofrece por un artículo, mientras que en las subastas inversas todos pagan por el mero hecho de participar.
Este ingenioso negocio de subastas inversas es mucho más adictivo y lucrativo que el de las subastas tradicionales pues pone en marcha la maquinaria de la codicia humana con mucho más énfasis que las subastas directas. Inconscientemente, la gente no piensa en lo que le cuesta cada puja, sino que se ciegan y solo piensan en los céntimos que pujan.
¿Cuánto gana la empresa subastadora?
Gana muchísimo, incluso puede llegar a multiplicar miles de veces el valor del producto que ofrece. Vamos a verlo con un ejemplo muy elemental: Imagina que subastas un móvil que en el mercado vale 200 euros. Supón que el derecho a pujar es de 1 euro y que mil personas pujan por 1 céntimo y hay un listillo que se sabe el truco y puja por 2 céntimos. Como ves es un ejemplo muy elemental ya que damos por válido que todos pujan por 1 céntimo menos uno (lo normal es que sean miles pujando por distintas cantidades entre uno y cien céntimos). El caso es que la empresa se lleva 1 euro por cada puja de esas mil personas que han pujado por 1 céntimo, más otro euro por el que ha pujado por 2 céntimos, más los 2 céntimos de la puja ganadora. En total la empresa se ha llevado 1001,02 euros por un producto que vale 200 euros. La empresa ha vendido un móvil de 200 euros por algo más de cinco veces su valor.
Legalidad de las subastas inversas
Las subastas inversas existen y no son una estafa ante la ley. Cuando uno se registra en una página de subastas inversas no hace otra cosa que firmar un contrato donde dice que acepta el pagar una cantidad por el derecho de pujar. Desde el mismo momento que existe ese contrato, estamos ante algo perfectamente legal.
Las reglas están muy claras y figuran en el contrato: quien puje menos (y sin repetir) por un producto se lo lleva, pero tú pagas la puja ganes o no.
No es una estafa como tal, pero sí es un engañabobos. Como siempre, la codicia ciega a miles de personas a jugar… ¿Qué tiene que pasar para que la gente se dé cuenta de que nadie regala duros a cuatro pesetas?
¿Son rentables para la empresa subastadora?
La mejor prueba de que son rentables es que este tipo de subastas ya hace tiempo que pueden encontrarse en Internet y hay muchas páginas que las ponen en marcha, pero la mejor prueba de todas es que, ahora, las televisiones están dedicándose a explorar el terreno para explotarlo. El mecanismo será muy sencillo: habrá que enviar un SMS de pago con el precio por el que pujas y la televisión se llevará el dinero generado por todos esos SMS de pago. Teniendo en cuenta los millones de personas que pueden ver esa televisión imagina cuanto pueden llegar a ganar, sobre todo si pensamos que habrá gente que envíe varios SMS de pago.
Luego la televisión podrá decir que Pepito se ha llevado un Mercedes o un Ferrari último modelo por 23 céntimos y ya estará desatada la codicia de la gente deseando participar en la próxima subasta que se haga.
Lo que más me preocupa de las subastas inversas, sobre todo en webs sin ningún tipo de control, es la posibilidad de que la propia web utilice alguna técnica poco ética como podría ser el uso de los denominados “usuarios fantasma” o, más comúnmente conocidos “bots”, con el fin de elevar artificialmente el precio del artículo y, por supuesto, incitar a los usuarios reales a seguir compitiendo por conseguir el artículo. Siendo muy mal pensado (piensa mal y acertarás) una empresa podría subastar miles de veces el mismo coche con el simple procedimiento de que ese “usuario fantasma” siempre hiciera la última apuesta ganadora. Vamos que con tener un solo teléfono, un solo coche, una sola casa y un programador que te diseñe la página web ya puedes montar tu negocio de subastas inversas sin necesidad de nada más y con un beneficio a la larga de millones de euros.
Moraleja
Puedes ganar o perder pero ¡cuidado!, en las subastas inversas, también conocidas como subastas a céntimo, puedes gastarte más de 100 euros en poco más de 10 minutos y no llevarte el premio que se subasta. En cualquier caso, que tengáis suerte con vuestras pujas y, si después de leer esto todavía quieres probar, prueba al menos con una cantidad rara como 27 o 43 céntimos, tus posibilidades aumentarán exponencialmente.