Hacía unos meses que no escribía en este blog. Hoy lo retomo.
Quiero escribir sobre algo y no sé muy bien por dónde empezar... Quisiera escribir sobre algunos encargos que he pintado, y de los que me he de deshacer en estas semanas. Pero eso lo voy a tener que dejar para la siguiente entrada, porque primero necesito remontarme a obras anteriores.
Y no sólo a las obras, también a mi vida.
Hace 5 años por estas fechas tomé la decisión de dejar de trabajar, dejar Madrid, irme a vivir a la casa que tienen mis padres en el pueblo y tratar de vivir de la pintura... Y bueno, pasé un año y pico muy divertido. Pinté algo, hice una exposición con lo que pinté, vendí algo... Me acostumbré a vivir de determinada manera (sin obligaciones, sin horarios, en soledad) y a que la pintura fuera una parte importante de mi vida.
No me ponía todos los días a pintar, ni mucho menos. Vagueé mucho, la verdad, no me quiero echar flores. Y lo que pinté en aquella etapa, bueno...Pero adquirí, o sentí que había adquirido, un compromiso con este oficio.
Año y medio después, en enero de 2008 me fui a Francia, a casa de una compañera de carrera, y pasé allí 6 meses. Y esos meses dieron unas 50 obras. Muchas de ellas están en la galería de este blog y en entradas anteriores. Ahora selecciono algunas para publicarlas aquí:
No son nada del otro mundo.
No es que le haya aportado nada nuevo a la pintura en sí. No he descubierto una nueva forma de hacer.
No son geniales.
Pero me encantan. Son mis mejores obras.
No descubrí una nueva forma de hacer en cuanto al lenguaje píctórico, pero sí de pintar yo.
Descubrí cómo abandonarme a lo que estaba haciendo.
Sentí que cada obra surgía por sí misma sin depender de mi intención o de mi voluntad. Bueno, sí de mi voluntad de hacer, pero no de cómo hacer.
Era como si aquellas obras no fueran responsabilidad mía. Y sin embargo son más mías que ninguna otra cosa.
Las pinté en unas condiciones muy especiales: Fuera de mi hábitat. Se convirtieron en aquello que yo podía construir lejos de casa.
Y desde que volví a mi vida no he podido volver a pintar como entonces.
No pasa nada, c'est pas grave.
Aprendí mucho de ellas.
Sigo pintando, pero mucho menos. De eso, como dije al principio, escribiré en la próxima entrada.
Ahora trabajo: Monté otra escuela de arte en estos tiempos revueltos y bueno, lleva abierta casi dos años y parece que el curso que viene va a seguir.
Pinto casi exclusivamente de encargo, y la verdad es que tengo pocos encargos. El negocio me absorbe tanto que necesito una obligación externa para ponerme.
Me he vuelto a acostumbrar a los horarios y a las obligaciones, y no me pesa.
Y el compromiso sigue.