Revista Diario

Compulsiones

Por Chak

CompulsionesTengo una compulsión: olerme la mano, y luego el brazo, y a veces las piernas. No soy el único que hace eso. Lo sé. Tengo una compañera en el trabajo que hace exactamente lo mismo (al menos con las manos). No sé cuál sea su sensación, pero yo al menos, cuando lo hago, siento una poco de tranquilidad.
Oler mi propio aroma me tranquiliza. Es como entrar en contacto conmigo mismo en un momento en el que desearía estar completamente solo y concentrado.
En medio de la oficina, en medio de la gente, bajo la presión diaria del trabajo huelo mi mano derecha, mi mano izquierda y luego los brazos.
Aspiro profundamente y alcanzo un poco de tranquilidad para acallar la tensión.
Sé que no somos los únicos. He visto a más gente olerse la mano con un poco de vergüenza o de culpa porque no saben si lo que están haciendo está bien, está mal o es parte de una conducta que los pone al borde de la locura.
Yo francamente tampoco lo sé. Llevo años y años haciendo lo mismo y no creo que por hacerlo esté más enfermos que otros o mi estado nervioso se altere gravemente.
No es lo más estético tampoco es lo más recomendable en juntas directivas o durante entrevistas importantes, pero, hay que admitirlo: es sumamente placentero.
Las compulsiones existen por montones. Hay quien se jala el cabello, hay quien se rasca la nariz o la cabeza, hay quien mueve frenéticamente las piernas. Yo hago, a veces, varias de estas cosas al mismo tiempo cuando estoy muy ansioso o nervioso (que por lo general es muy seguido).
Yo driría que son inofensivas. Lo digo porque no soy experto y porque a veces me dejo llevar por ellas.
Justo ahora, cuando las ideas se quedan a medias me huelo el brazo y las palabras vuelven a fluir. Quisiera pensar que es una especie de magia sin magos, de respuesta inmediata.
¿Cuáles son tus compulsiones?

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