La fiesta esta en La Plata. Con dos goles, uno de Gastón Fernández y otro de Hernán Rodrigo López, Estudiantes venció angustiosamente a Arsenal (2-0) y obtuvo el quinto título local de su historia, cuatro años después de haber levantado el último, también en diciembre.
Dicen que para gozar, primero hay que sufrir y Estudiantes lo comprobó, ensayando una innumerable cantidad de intentos desesperados y despojados de cualquier tipo de virtuosismo hasta encontrar ese resquicio por el cual filtrarse y convertir el gol del titulo.
Anotó la Gata -¿la tocó? y unos cuantos minutos después lo hizo Rodrigo López, materializando un logro que se entiende desde la practicidad y el trabajo en conjunto llevado a cabo por un equipo al que dentro de unos años se recordará por sólido y consistente.
Al margen, queda un Vélez que venció a Racing (0-2), con goles de Juan Manuel Martínez y Maxi Morales) y termina en el segundo lugar de la tabla de posiciones, dos unidades por debajo del equipo con el cual supo librar una batalla encarnizada en busca de un campeonato que pudo obtener cualquiera y en el que ambos demostraron estar unos cuantos escalones por encima del resto. Futbolística e institucionalmente hablando.
Sobrellevar la tensión y el nerviosismo, fue una tarea que en su duelo frente a Arsenal –vaya confirmación de entereza la del equipo de Gustavo Alfaro- Estudiantes fue incapaz de llevar a cabo.
Gozó de la iniciativa el “Pincha”, pero no de la claridad de ideas suficiente para vulnerar a un equipo que, una vez asentado –organizarse le llevó unos 10 minutos- no cedió ningún tipo de concesiones.
Fue poco el riesgo que generó Estudiantes y por ende, fueros escasas las chances de gol con las cuales contó para vencer la resistencia del sobrio Campestrini, obligado a intervenir con esfuerzo en solo una ocasión -pasados los 10 minutos desactivó un bombazo cercano de Enzo Pérez-.
No fue mucho más –solo un remate lejano de Mosca que detuvo Orión- lo que genero un Arsenal muy bien organizado, pero al que seguramente le faltó algo más de atrevimiento para desplegar a sus hombres en ofensiva y así aprovechar cierta indecisión defensiva –raro pero entendible dado el contexto- en Estudiantes.
El gol marcado por el “Burrito” Martínez en el Cilindro (24 minutos) llegó a oídos de hinchas, suplentes y futbolistas y no hizo más que aumentar el grado de tensión bajo el que, ya a esa altura y con Estudiantes probando suerte con remates de larga distancia, se jugaba el encuentro.
Transcurrido el descanso, los nervios alcanzaron su punto máximo y el cuadro de Sabella, con López en lugar de Verón –al limite en lo físico- cayó en la desesperación, elaborando muy poco juego por abajo –Enzo Pérez lo practicó a cuanta gotas, asistiendo consecutivamente a Benítez y Fernández- y repitiéndose en envíos frontales y sencillos de despejar.
Consiente, no obstante, de que un gol a favor dejaría sin respuesta a su adversario, Estudiantes no claudicó en su búsqueda, a tal punto de insistir sin ningún tipo de reparo en la estética hasta encontrar ese gol que le permita ahuyentar los fantasmas de una posible final –Vélez ya había asegurado su victoria ante Racing- y desatar el festejo.
Faltaban quince minutos cuando marcó la Gata –López cabeceó y el ex River se interpuso entre el balón y Campestrini buscando impactar- y tres cuando hizo lo propio el uruguayo. Desatada la locura, no hubo tiempo para más. Pitó Pablo Lunati y la montonera “Pincharrata” no tardo más de 10 segundos en hacerse efectiva.
Festeja una ciudad, o por lo menos una parte de ella. Gustos y pareceres al margen, bien merecido lo tiene.
Los goles del título:
Puzzle Bobble
Karate Blazers
Puzzle De Bloques
Magical Cat Adventure