Con la que está cayendo, sollozan.
Y nieva el milagro de la diferencia con millones de copos diferentes, como millones de pensamientos diferentes. Y la naturaleza se desentiende de decretos, impuestos y jerarquías.
Y olvidas cifras y mentiras con olor a traje en naftalina y pogüerpoins. Y debes y haberes, y beneficios sin oficio. Y el cielo limpio sigue haciendo cosquillas a las cumbres nevadas, que ríen con carcajadas de puros arroyos. El viento es la unión de mil frescas almas, el poderoso espíritu que sabe todo de aguas corriendo, y nada de cuentas corrientes.
Con la que está cayendo, dicen cayéndote encima, pero los rayos de sol siguen siendo gratis por mucho que pese a quien te pisa. Y las terneras, felices de su gordura, se tumban a reflexionar sobre nuestros complejos, aunque lo guardan en secreto para sus sabios y bonitos ojos de vaca. Y disfrutan, porque disfrutar es vivir, cómo la hierba crece bajo las cálidas y orondas panzas.
Con la que está cayendo, dicen, y le dan la vuelta a palabras, personas y realidades. Y la tierra, valiente y democrática, se prepara para el renacer de marzo, lista para recibir con flores manifestaciones de hormigas y aeropuertos de mariposas.
Y sabes que, si escuchas con el corazón, oirás el latido de la primavera somnolienta.
Foto tomada ayer en Gredos con un teléfono móvil y desde la carretera. Resumen del post: Disfrutar de la naturaleza es gratis y maravilloso. Por esto merece la pena vivir (¡aún con la que está cayendo!).