Revista Cultura y Ocio

Con Paco Sánchez, escuchando silencios

Publicado el 23 agosto 2014 por Noblejas

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Empieza a convertirse en una costumbre. Pero, pardiez! que es una buena costumbre. Leo de nuevo a Paco Sánchez antes de escribir unas líneas sobre el silencio mundial en torno a la persecución de los cristianos y resulta que basta con lo que escribe: Gritos sin eco.

El sentido del silencio, como aquel susurro en que Isaías encontró a su interlocutor, que no estaba en el huracán ni en el terremoto ni en el fuego. Los griteríos y las algaradas y las protestas y los cubos de agua por la cabeza de los famosos (si de todo eso hay foto o video para internet: si no, no) parecen tener más de propia celebración del propio yo, yo y yo que de preocupación y donación propia ante las necesidades y el sufrimiento ajeno.

Si las protestas son huracanes, terremotos y fuego de lucimiento espectacular para salir en youtube y en los telediarios, a la tremenda persecución de los cristianos casi le va mejor el pequeño murmullo de aire, el silencio que acompaña la presencia sobrenatural y la oración de Isaías.

Breve, conciso y claro como una confesión semanal de la condición humana:

Fouad Twal preguntaba angustiado en julio: «¿Hay alguien que escuche nuestros gritos? ¿Cuántas atrocidades tendremos que soportar antes de que alguien en alguna parte venga en nuestra ayuda?» Twal es el patriarca católico de Jerusalén y se refería a las matanzas, secuestros y encarcelamientos, torturas y persecuciones de toda especie que padecen los cristianos en el mundo. Por la naturaleza de los hechos, resulta difícil fijar cifras: decenas de miles de asesinatos al año ?los datos bailan entre diez mil y ciento treinta mil; el 2014 batirá todas las marcas?, millones de desplazados, encarcelados, torturados, vendidos como esclavos, sin contar amenazas y hostigamientos que les impiden, no ya cualquier actividad pública, sino la mera posesión de una Biblia. Nadie parece escuchar sus gritos.

Ningún famoso ha levantado la voz o un cubo de agua fría sobre su cabeza ante la descomunal crisis humanitaria. Ni una manifestación tímida ni una pancarta, apenas unos cuantos miles de usuarios han colocado en su perfil de Twitter la letra árabe que designa a los nazarenos. Eso es todo. Las noticias asoman en los medios un rato si se refieren a mujeres: las casi trescientas chicas secuestradas de Nigeria, ¿qué fue de ellas?, o la condenada a muerte por convertirse. Las despelotadas de Femen no han podido defenderlas ante los imanes, porque andaban ocupadas en acosar obispos.

El progresismo occidental no simpatiza con esta causa porque está más acostumbrado a combatir las ideas cristianas que a defender la libertad de los otros. Y los conservadores, porque no son de salir a la calle ni de armar jaleo. O porque carecen de coraje o de principios. O porque no ven mercado.


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