Una de nosotras tuvo un experiencia curiosa con las tachuelas... , si puede llamarse curiosa al hecho de clavársela en la oreja, con tan sólo dos añitos, a su querida hermana de tres... Sí, una extraña ocurrencia sin graves consecuencias, ya que tuvo la habilidad de que el pinchito de la chincheta coincidiera con el conducto auditivo y no produjera daños graves. El fratricidio no se produjo, a Dios gracias..., pero ya apuntaba maneras la chavala... Un revoltijo de nervios en contraposición al carácter tranquilo y afable de su buena "sorella" María José (Pepa para los amigos, muy a su pesar, jeje). Y es que hay que reconocer que estos pequeños clavitos son la mar de ornamentales, incluso en el pabellón de "la Pepa", y que dan un aire distinto y especial a todo tipo de mobiliario y objetos decorativos.
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Ahora que tenemos unos veinte años más (aproximadamente, jeje)..., ¿cómo tienes la oreja, Pepa?