
Era un partido clave. No tan decisivo como algunos medios los pintaban, alegando que una derrota podía dejar afuera a Falcioni, pero era importante para enderezar un arranque mediocre luego de lo sucedido en Bahía.
De la mano de Riquelme, Boca hizo lo que quiso en la primera etapa. Se vio un equipo corto, que salió a presionar arriba desde la voz de sus centrales, con gran participación de los laterales (ahí fue fundamental el 10, quien se juntó bárbaro en varias ocasiones con Clemente). Erviti también funcionó bien. De taco trascendente en el primer gol, se movió por la banda izquierda y se asoció de buena manera con el enganche.
Las fotos del 4 a 0 se las llevó Román, pero quien demostró que está para otra cosa fue Lucas Viatri. El encargado de portar la pesada número 9 de Palermo dio inicio ayer a un nuevo modelo de centrodelantero, que se diferencia claramente de lo que Boca estaba acostumbrado con la presencia del Titán.
Lucas, con 1,87 m, mide dos centímetros menos que el máximo goleador. Sin embargo, su técnica con la pelota al pie es claramente superior, al igual que, en la misma proporción, es deficiente su cabezazo. Esto le permite a Boca circular el balón con más fluidez y no abusar tanto del centro.
Durante el partido con Unión, Viatri pivoteó varias veces en la puerta del área apoyándose en Riquelme, mientras que otras giró sobre la espalda de su marca (al mejor estilo Tévez) para quedar de cara al arquero Bologna. Fue el más punzante en la delantera y pudo convertir en más de dos ocasiones.
Con el de ayer, ascienden a tres el número de veces que convirtió por partida doble. Algo que Martín hizo muchas veces, al igual que colgarse del alambrado, como dijo Lucas que era su sueño.
