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Conciencia ecológica y blancos equivocados

Publicado el 13 agosto 2014 por Plple @PLPLE

Conciencia ecológica y blancos equivocados

Desde que escribí el post sobre los “famosos” apagones ecológicos, me he dado cuenta que la gente no tiene idea de lo que es la conciencia ecológica ni cómo puede materializarla en acciones. La sociedad en su mayoría parece pensar que apagar la luz 5 minutos o 1 hora es una ayuda enorme, pero que no perjudican luego prendiendo el aire acondicionado todo el día o comprando celulares llenos de luces y baterías inreciclables. Deben ser los mismos que le rezan a Dios todos los días, pensando que esos segundos purgan toda un día completo de pecados (y que los habilita para seguir pecando a futuro, porque ya están limpitos). O peor, los que van a misa una hora a la semana para poder seguir con los desmadres el resto de los días. Parecen principios que se resetean a voluntad: hoy los aplico y cumplo con el Universo, mañana (o a la hora siguiente) puedo hacer lo que se me antoje. Los errores y pecados caducan con cada movimiento de switch, sería injusto que se acumulen…

También tenemos a los fanáticos ecológicos, que se saltan las pruebas científicas de que los apagones no funcionan (mientras presentan otros datos sesgados, pero más alineados con lo que exponen), sólo para así poder dar ese discurso típico de una secta que no necesita saber, sino creer. Son los mismos que echan espuma por la boca (o por los dedos, dado el caso) cuando leen el post antes mencionado, o cuando se enteran que cada vez que hay una chorrógica (chorrada supuestamente ecológica) yo prendo todo lo eléctrico habido y por haber.

Pero todo tiene una explicación lógica (por eso, éste post no va dirigido a los fanáticos creyentes, porque no voy a hablar de falsas deidades, sino de pura ciencia y experiencia), incluyendo el hecho de que tras décadas de movidas ecológicas, nada haya cambiado. Si bien hay varios tipos de proteccionismo sobre la naturaleza, voy a empezar con el de la energía eléctrica, el que más parece estar viralizándose popularmente (léase “el que está de moda”).

La conciencia ecológica no es mala, para nada. Es innegable lo que se busca, a veces de forma noble, pero generalmente mal entendida. La conciencia pasa por racionalizar los datos que tenemos en la mano y entender (desde el punto de vista lógico y moral) lo que se está haciendo y lo que debería hacerse. Ya sea que hablemos de combustibles, árboles o animales, sabemos que la capacidad es finita, no es (altamente) renovable ni eterna. Si cortamos un árbol y no se planta otro, si derrochamos agua sin métodos mejorados de recolección o se usa “para todo”, si utilizamos petróleo como si fuese aire, no hace falta ser un genio para darse cuenta que las cosas van a ir terriblemente mal.  Lo mismo sucede con la contaminación de las aguas, del aire y de los suelos; no hace falta explicar demasiado tampoco ese punto. Existe, va en ascenso, es malo y también hay que cambiarlo. Eso es conocer y ser concientes de la necesidad de un cambio. Pero ahí, donde la conciencia termina y se debe pasar a la acción, es en donde todos fallan.

No importa de que tipo de movimiento se trate, todos apuntan al usuario final (usted) como el que debe promover un cambio. En éste punto, también estamos de acuerdo. Pero erran al dar dos conceptos que se repiten siempre: que se haga una especie de huelga sobre lo que se reclama (si falta agua, no consumir agua por 2 horas), y que usted es el culpable exclusivo de que todo vaya mal y debe autocorregirse por perverso. Errores garrafales, ambos. Sobre el primer error ya escribí en el post que mencioné antes: sobre el segundo, debajo.

Convengamos en que todos tenemos parte de culpa en todo lo que sucede a nivel ecológico, pero el cambio no lo debemos hacer nosotros. Podemos iniciarlo, propulsarlo, apoyarlo, pero nunca tendremos un sí o un no final sobre la materia. Nosotros no proyectamos ni aprobamos los actuales sistemas anti-ecológicos (agua, electricidad, combustibles, etc.), sino que somos sus consumidores finales. Entonces, ¿quiénes son los que deben moverse para “hacer” el cambio? ¿Quiénes son los que tienen la posibilidad de transformar teoría en práctica? Si no adivinó hasta ahora, le deschavo la respuesta: los políticos.

Esta casta conductora de países y sociedades enteras es la que debe replantear las formas, incluso más que los fines. Ellos son los que nos impusieron los sistemas actuales que usan materiales contados con los dedos, deberían haber previsto la contaminación y la posibilidad de agotar los materiales utilizados para la generación de tal o cual servicio. Convengamos en que en gran parte se debió al desconocimiento o al error de previsión (el que inventó el primer auto, seguramente ni pensó en los gases tóxicos o en que la población iba a aumentar exponencialmente en los siglos venideros e iba a consumir mucho más petróleo del que se procesaría en esa época); pero también es cierto que fueron recibiendo nuevos datos, época tras época, que señalaban una tendencia marcada (sabiéndolo antes que el resto de los mortales), y que también tuvieron tiempo de sobra para recalcular o pensar en nuevos sistemas menos ofensivos para con el medio biológico.

Podemos darnos cuenta también que, por más que usted apague la luz por una hora, si el sistema energético no cambia, nada cambia. La conciencia está formada hace rato (el que diga que ese automóvil que tira humo negro por el escape no contamina, no es una persona “con falta de conciencia”, es un necio), no hacemos nada al respecto cambiando el switch de posición. Fuera del tema de la posibilidad de crear anti-conciencia (el hecho de gastar de más luego del corte porque nosotros “ya ayudamos al medio ambiente con una hora al año”), estamos creando comodidad entre los responsables obligatorios de implementar un cambio (nuevamente, en los políticos). ¿Y cómo van a moverse si usted se mueve por ellos? ¿Cómo van a intentar siquiera una nueva metodología, si usted muy contento piensa que solito ha cambiado a la interacción ecológica con un solo click en la pared? Y ésto se puede ver patente: en cada apagón, más gobiernos se suman y apoyan a los usuarios; pero hasta hoy, nada han hecho en los papeles para cambiar estructuras o promulgar leyes que vayan en la línea de lo que dicen apoyar. Puro palabrerío, actos en TV con el apoyo, pero nada concreto en la realidad que nos importa. ¿Cómo se entiende eso? Y aquí es donde entra la segunda lógica del por qué: ningún gobierno apoyará algo que los pueda lastimar o hacer mover de más. Por eso, se suman a proyectos o movimientos en ramas que no les competen, o en aquellas que les desligue trabajo que realmente deberían estar haciendo. Es por eso que también apoyan organizaciones civiles que hacen el trabajo de ellos, como el velar por la seguridad o el alimentar a los chicos con hambre. Voilá.

No olvidemos tampoco el otro punto lógico: si nosotros tenemos luz o agua por sistemas impuestos por políticos, en donde sólo los políticos pueden cambiarlo o mejorarlo, y en donde les generan ganancias propias y (supuesto) bienestar social al pueblo al que conducen (que se traduce en votos en las urnas y aumento del ingreso por consumo)… ¿le parece certero que el esfuerzo lo tenga que hacer usted? ¿Le parece sensato que deba consumir menos agua o apagar la luz que no usa, so pena de ser un delincuente ecológico, sabiendo que los que realmente pueden cambiar todo opten por no hacer nada? ¿No le parece una paradoja el propulsar un consumo “responsable” de electricidad, mientras a la vez el mismo gobierno financia los aires acondicionados para que todos puedan tener uno (y así aumentar el consumo interno, que se traduce como ganancias a las arcas del Estado)?

Démonos cuenta entonces que los beneficios mayoritarios siempre son para un lado, y las penas siempre van apuntadas hacia el fin de la cadena (en éste caso, el consumidor final, usted y yo). Los políticos y empresarios que manejan el sector energético son los que se llevan los réditos económicos a costa de seguir mansillando los recursos naturales, a la vez que apuntan a otro sector sin decisión directa y que carece de fortaleza en la escala completa. Si ellos quieren cambiar sistemas o métodos, se cambian; si la sociedad quiere cambiarlos, no se puede. Repito, no de manera directa.

Entonces, ¿cómo empezar un cambio verdadero? La respuesta es bastante simple y lógica: exigirles a ellos que cambien los medios de generación energética. Deberían haberlo hecho sin siquiera pedírselos, pero cuando fallan en sus obligaciones, la constante vigilancia cívica del poder debe reclamárselos y exigirselos. ¿Recuerdan el “Que Dios y la Patria me lo demande” con el que juran los Presidentes? Bueno, no es una simple intención diplomática, es toda una declaración de obligaciones y derechos.

En vez de apagar una hora la luz, arme un petitorio y envíeselo al gobernante de turno; envíe un mail y/o un correo convencional con el pedido (de forma personal o grupal); escriba en los blogs o redes sociales en los que participen los responsables de su gobierno (primero apunte al Secretario de Medio Ambiente o similar, luego directamente al Presidente); concientice a través de internet de la necesidad de un cambio radical en la generación de energía, etc. Si el Gobierno no responde (cosa muy común para los latinos), organice o súmese a marchas frente al Congreso, manifiéstese de forma distintiva (por ejemplo, colocándose frente a la Secretaría de Medio Ambiente con una remera negra), sature la casilla de correo de los gobernantes, vote en blanco hasta que cambien las políticas ambientales, haga pintadas en las calles, proteste frente a las unidades básicas del partido del político de turno. Hasta puede hacer lo contrario (prender todo) para que se saturen las centrales y deban cambiar sí o sí el sistema de generado o mejorar la infraestructura que poseen (que les reportaría una millonada de pérdida, junto a las multas por no poder sostener la continuidad del servicio y/o el malestar político que genera).

Métodos sobran y dependerán de cada país o región. Hay algunos políticos que ya han comenzado por un cambio en serio, tomando la responsabilidad que les corresponde e impulsando el cambio necesario en el sentido correcto. Como ejemplo, puedo poner a Inglaterra, que en un mix de molinos de viento y energía de las mareas, ya están generando energía con fuentes inagotables (viento y corrientes marítimas) y que estiman estaría surtiendo el 80% de la electricidad de la isla en unos pocos años. Ah, y ellos no penan al usuario que consume de más, ni los reta para que apaguen la luz, ni siquiera los consumidores se suman en masa a los cortes programados por internet. Es que hay personas y gobiernos que comprenden cómo funciona el asunto.

Éstos hechos y ejemplos también son extensibles a otros recursos que, casualmente, las organizaciones y Gobiernos parecen no ver. Un caso adicional puede ser el uso excesivo del papel. Todos los Gobiernos se dicen concientes del medio ambiente y apoyan los cortes de luz, pero parecen olvidar que hay edificios a punto de colapsar por la acumulación de papeles que bien podrían haber sido reemplazados por archivos electrónicos, o al menos reducir el nivel burocrático en el papeleo. ¿Cuántas ONG ambientalistas ha visto que hiciesen un reclamo sobre eso? ¿Presenció a algún político notando el problema y hablando de digitalizar los procesos (sin que haya una ganancia de por medio)? Lo mismo pasa (como otro ejemplo) con la famosa pastera de Botnia: el Gobierno reclamó (y sigue haciéndolo), muchas ONG’s se sumaron, pero pese a que no contamina, parecen (otra vez, casualmente) no notar que aquí hay pasteras que SI contaminan, y no se preocupan por otros tipos de contaminaciones mucho peores (por ejemplo, el Riachuelo, que desde hace décadas cada Gobierno prometió limpiar, pero vayan a asomarse a 100 metros si son valientes). Y ahí podemos multiplicar: recolección y deshecho de residuos (de consumidores y empresas), contaminación por escapes automotores, contaminación lumínica (principalmente en sectores protegidos para la naturaleza), caza y pesca indiscriminada, extracción excesiva de recursos naturales, formas de proceso en las extracciones, tratamientos en el volcado de materias fecales, contaminación de las aguas con medicamentos y remedios, contaminación y saturación de radiofrecuencias, y un centenar de etcéteras invisibles para casi todos. Inclusive los que dicen que ven todo y se preocupan por el medio ambiente y el bienestar de la gente…

¿Y nosotros? ¿Vamos a apagar la luz una hora la próxima vez, o vamos a reclamar lo que nos corresponde ante quienes corresponda? Seguramente ocurra lo primero, que es lo más fácil, lo menos comprometido, lo que nunca cambiará nada y lo más fashion para poder contarles a otros lo buenos que somos con el Planeta. Ecología careta, como me gusta llamarla ¿Me repite quién es el antiecológico?

PLPLE


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