LO PEOR, LA AMNESIA COLECTIVA.
No sé para qué sirven los informes del Alto Comisionado de la ONU ni tampoco los del Consejo, que se reune esta semana, de los Derechos Humanos. Me parece que el desierto es grande del carajo, porque en él caben todos los buenos deseos y predicaciones bien intencionadas. La crueldad humana y la violación de los derechos de las personas forman parte del paisaje, miremos hacia donde miremos. En fin.
En Ghana se criminaliza a las personas LGTBI y a quienes les apoyen con 3 años de prisión. En Chad las fuerzas de seguridad asesinan al principal opositor (Yaya Dillo Djerou) en una operación llevada a cabo en la sede de su partido. En Senegal se suspenden las elecciones por las violentas protestas contra el actual gobierno. En Etiopía hay disturbios de violencia étnica. En Sudán van 15.000 muertos en su particular guerra interna. En Mali, Niger y Burkina Faso las tropas occidentales que trataban de estabilizar la zona salen a la carrera porque los mosquitos pican fuerte.
En Asia tenemos para elegir y a este plumilla se lo ponen fácil. En Myanmar, los 3 años de represión sobre la población civil han dejado más de 4600 muertos, de ellos, 400 quemados vivos. Con un par y chimpún. En Tailandia se condena con 50 años de cárcel por insultar a la familia real. Irán, como parece que se aburre, bombardea Pakistán. Las minorías religiosas de Indonesia son pasadas a cuchillo por los radicales islamistas. En Birmania el régimen militar golpista se mantiene en el poder a fuego.
Me quedo sin espacio en esta columna para seguir nombrando, que no describiendo, las atrocidades que somos capaces de llevar a término los humanos. Dejaré para otro día los horrores del continente americano, oriente próximo (Yemen: 300.000 muertos) y la guerra de Ucrania con Rusia, que dan para largo. Son crímenes que en la mayoría de los casos quedarán impunes y que no merecerán ser recogidos como noticia. Se trata de violaciones de los Derechos de las personas que foman parte de la amnesia colectiva. Y fin.